El relanzamiento de la relación bilateral entre Argentina y Estados Unidos

La reciente visita del presidente de los Estados Unidos (EE.UU.) a la Argentina se inscribe en un escenario político subregional que muestra signos de desgaste en relación con el proceso político iniciado durante los primeros años del siglo XXI.


El relanzamiento de la relación bilateral entre Argentina y Estados Unidos

La reciente visita del presidente de los Estados Unidos (EE.UU.) a la Argentina (23 y 24 de marzo) se inscribe en un escenario político subregional que muestra signos de desgaste en relación con el proceso político iniciado durante los primeros años del siglo XXI, comúnmente denominado como “el giro a la izquierda”. Al día de hoy, el sentido del desgaste no está dado por una restauración política de signo contrario al mencionado giro ─cuantitativamente el número de gobiernos identificados como progresistas es similar al de años atrás─, sino por las mayores dificultades que las administraciones encuentran, tanto en el frente doméstico como externo, en la implementación de sus programas. Observando el plano interno, es interesante notar el asedio electoral que las mismas vienen sufriendo en los últimos años de manos de sus contrincantes quienes, a pesar de no obtener triunfos electorales decisivos ─alcanzar la presidencia─, adquieren posiciones de mayor fortaleza1.

Argentina constituye, en este escenario, el primer país significativo del subsistema regional2 en donde, una fuerza política que se auto-identifica como predispuesta a recorrer un camino diferente al transitado por la mayor parte de los estados subregionales en la década pasada, obtiene la presidencia. El triunfo de la “Alianza Cambiemos” ─encabezada por Mauricio Macri ─ en el ballotage de noviembre de 2015, significó que el país podría tener un rol distinto al ejercido hasta el momento en la dinámica política sudamericana. Al menos por las posiciones discursivas manifestadas durante la campaña y en los primeros días de Macri como nuevo mandatario, se evidenció que dicho rol estaría impregnado por las características de una política exterior pragmática, pro-mercado y pro-occidental3, vista con beneplácito por los EE.UU. Del lado de éste último actor y entendiendo la importancia que Argentina representa en estas condiciones para su política hemisférica, a pocos días del triunfo electoral de Cambiemos, comenzó a esbozarse el viaje presidencial al que asistimos la semana pasada4.

La visita de Barack Obama se produce a casi 20 años de la última con carácter bilateral (Bill Clinton en 1997) y a más de 10 años de la presencia de George W. Bush en Mar del Plata en 2005 y, en términos políticos, representa el relanzamiento de un vínculo que durante las administraciones kirchneristas se caracterizó por ser distante y formal5 y presentar momentos de tensión y distensión6.

Sin dudas, este nuevo ímpetu del vínculo bilateral quedó explicitado en la dimensión político-diplomática. La comunión en esta esfera se tradujo en posiciones compartidas en relación con diversos temas de la agenda ─cambio climático y energía; lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado; apoyo a la Organización de los Estados Americanos (OEA), al Sistema Interamericano de Derechos Humanos y a los principios de la Carta Democrática Interamericana, entre otros ─, en un sinnúmero de mutuos elogios manifestados por los propios mandatarios7 e, incluso, en el gesto político de EE.UU. de prometer la desclasificación de documentos militares y de inteligencia sobre la dictadura en Argentina. Claramente, la afinidad interpersonal entre Obama y Macri contribuyó a resaltar aún más la centralidad que cobraron las figuras individuales de cada mandatario. Probablemente, el respaldo político-simbólico que la visita significó para el presidente argentino es uno de los resultados concretos de la misma.

En cuanto a la dimensión económica, el encuentro explicitó el beneplácito de EE.UU. hacia las reformas implementadas por la nueva administración argentina y dejó como saldo un conjunto de compromisos, por ahora con carácter declarativo, sobre la necesidad de reforzar el comercio bilateral y promover las inversiones. En efecto, se suscribió el “Acuerdo del Marco de Trabajo para el Comercio e Inversiones” y, de acuerdo a la Hoja Informativa publicada por la Casa Blanca, se dejó en claro que recién en los próximos meses se llevaran a cabo una serie de actividades que apunten a concretar dichos objetivos8. En cuanto al litigio con los denominados fondos buitres o holdouts, Obama apoyó el tratamiento que el nuevo gobierno le está dando al problema, si bien se excusó de no realizar mayores declaraciones debido a que dicho caso ya está siendo tratado por el poder judicial estadounidense.

Por último, en relación con la dimensión estratégico-militar, es necesario realizar una distinción. Por un lado, en cuanto a lo estrictamente estratégico, es indefectible pensar que la postura argentina no involucrará un desafío hacia los denominados intereses vitales de Washington y que, en consecuencia, mantendrá los rasgos de las administraciones argentinas precedentes. Aunque el modelo de vinculación de los gobiernos kirchneristas con EE.UU. haya sido descripto como de oposición limitada9, nunca implicó un reto a sus intereses estratégicos. Por otro lado, en materia militar si puede identificarse la apuesta a construir un lazo con características propias donde una mayor cooperación y colaboración comienzan a delinearse como los rasgos más destacados de la gestión de Mauricio Macri. En este sentido, para que Argentina pueda participar de las misiones de paz en África, EE.UU. se comprometió a colaborar con la modernización y entrenamiento de la flota argentina de los C-130, más conocidos como los aviones Hércules, y entre otras cuestiones, se pautó que el Departamento del Tesoro organice en mayo de 2016 el primer Grupo de Trabajo Bilateral con las Fuerzas Armadas (FFAA) de Argentina desde el año 200910. Finalmente, es preciso destacar una llamativa modificación en la materia que distingue a la actual administración argentina. Ésta es la atenuación, en los compromisos suscriptos, de los límites que separan las cuestiones de Seguridad Interior y Defensa Nacional y que, desde Raúl Alfonsín en adelante, vienen siendo nítidamente delimitados por los sucesivos gobiernos. De acuerdo a la legislación argentina, las FFAA no tienen ninguna responsabilidad en cuestiones de seguridad interna, por lo cual, las nuevas amenazas como el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado escapan a su espacio de acción. En efecto, en la Hoja Informativa publicada por la Casa Blanca, las cuestiones estratégico-militares presentan confusa tal demarcación y, a modo de ejemplo, esto se explicita en el anhelo de vincular la Fuerza de Tarea Interagencial Conjunta-Sur (del ámbito de la defensa) con el Ministro de Seguridad argentino a los fines de intercambiar información11.

Para concluir, se reconoce que aunque es imposible al día de hoy medir el impacto real de la visita en las relaciones bilaterales, existen una serie de elementos que, relacionados entre sí, permiten avizorar que entre ambas naciones el vínculo será menos distante y más distendido que en los años anteriores:

1) del lado de los EE.UU. y en función de su política hemisférica, es factible que Washington identifique a Argentina como una pieza clave para mitigar el alejamiento relativo que caracterizó sus vínculos con los estados de la subregión en la última década;

2) por cuanto la competencia de los EE.UU. con otros centros de poder continuará a nivel regional, Argentina constituye un actor significativo sobre el cual recuperar influencia perdida a manos de otras potencias extra hemisféricas (China, Rusia);

3) del lado argentino y cobrando un peso importante las creencias, valores e imágenes individuales del presidente, el vínculo con los EE.UU. se anuncia como una prioridad, por lo cual, es dudoso pensar que Macri pueda conducir la política exterior de una manera que vaya en dirección contraria a un vínculo de cercanía y distensión con Washington.

Si a estas tres consideraciones, se suman otras expuestas más arriba como el desgaste del proceso político iniciado en los primeros años del siglo XXI y el asedio electoral que los gobiernos progresistas vienen sufriendo en los últimos tiempos, se vislumbra que Argentina reúne las condiciones para convertirse en el referente regional de un proceso político de signo contrario al “giro a la izquierda”, es decir, conservador. Indefectiblemente dicho rol implica asumir un modelo de vinculación a EE.UU similar al practicado en los años ’90 y denominado como “acoplamiento”12.En el contexto actual, el principal desafío para el país ─en caso ocupar el liderazgo del proceso conservador─ consiste en administrar las conductas que impliquen un alineamiento automático a los intereses de la Casa Blanca. De este modo, el plegamiento a los intereses estratégicos de EE.UU. a nivel global como regional debe ser gestionado para evitar los daños colaterales que ello implica13. La participación activa en regímenes internacionales en sintonía con Washington no debe privar al país de participar en otras instancias que puedan resultarle positivas y sean promovidas por otros centros de poder. Aunque el ascenso de los BRICS sufra en la actualidad un proceso de ralentización, la configuración de una estructura internacional multipolar continuará. En términos del modelo económico, si bien es probable que el mismo se asocie a la idea del libre mercado, el reconocimiento de las asimetrías no debe descuidarse a los efectos de proteger sectores estratégicos de la economía nacional. En relación con los países de la región es necesario atenuar las actitudes de indiferencia a los fines de evitar recurrir a ellos cuando se necesite apoyo en cuestiones tales como Malvinas. Las cuestiones relativas al orden económico y financiero también exigen matizar posturas. El respeto a sus reglas fundamentales, no quita la posibilidad de apoyar reformas que cuenten con amplio respaldo de la comunidad internacional y que representen soluciones, aunque sean parciales, a conflictos de notable injusticia como los asociados a la especulación financiera.

 

*Maximiliano Barreto Departamento de América del Norte IRI - UNLP 

 

 

Notas

1 Se habla de asedio en virtud del ajustado triunfo de DilmaRousseff en las últimas elecciones presidenciales de Brasil, la victoria de la oposición venezolana en las elecciones legislativas de 2015 donde alcanzan la mayoría parlamentaria, la derrota del gobierno boliviano en el referéndum para reformar la Constitución Política del Estado y habilitar la reelección para Evo Morales, el revés de Rafael Correa en las elecciones locales al perder alcaldías clave en 2014. 2 Se detalla que Argentina es el primer país significativo en cambiar de tinte político pues, otros actores de importancia como Chile, Colombia o Perú, han tenido en el contexto arriba descripto una trayectoria excepcional. En cuanto a Chile, si bien tras el interregno de Sebastián Piñera –primer presidente de derecha electo democráticamente─ Michelle Bachelet volvió a ganar en las elecciones de 2014, el giro asumido, en general, ha sido moderado. Por cuanto respecta a Colombia y Perú, a pesar de ciertos matices, ambos países se han mantenido cercanos a posiciones de centro-derecha. 3Barolin, Ezequiel, “La política exterior argentina: entre viejos y nuevos matices”, en Consejo de Estudios Interdisciplinarios, Económicos y Políticos (CEIEP). Disponible en:http://ceiep.org/tag/ezequiel-barolin/#_ftn6
4Paula Lugones, “El macrismo espera una visita de Obama al país en los próximos meses”, en Clarín. Disponible en: http://www.clarin.com/politica/barack_obama-mauricio_macri-asuncion-nuevo_presidente_0_1477052815.html
5 Felipe de la Balze, “La política exterior de los gobiernos Kirchner (2003-2009)”, en Academia Nacional de Ciencias de la Empresa. Disponible en: http://www.ancempresa.org.ar/pdf/LA_POL%C3%8DTICA_EXTERIOR_DE_LOS_GOBIERNOS_KIRCHNER.pdf
6Leandro Morgenfeld, “Argentina y EEUU en la última década: tensiones y distensiones”, en Vecinos en conflicto. Disponible en: http://vecinosenconflicto.blogspot.com.ar/2013/05/argentina-y-eeuu-en-la-ultima-decada.html
7 “Estamos sumamente impresionados por el trabajo de Macri en sus primeros cien días” expresó Obama. En un mismo sentido, el mandatario argentino declaró en relación con su par: “su liderazgo ha sido muy inspirador para la mayoría de los dirigentes. Emergió proponiendo grandes cambios y demostró que con convicción se podía desafiar el statu quo”. Telecentro, “Fuertes gestos de apoyo de Obama al gobierno de Macri”. Disponible en: http://www.diario26.com/macri-y-obama-elogios-y-coincidencias-principales-frases-221896.html
8Casa Blanca, “Hoja Informativa: Relación entre Estados Unidos y Argentina”. Disponible en: https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2016/03/23/hoja-informativa-relaci%C3%B3n-entre-estados-unidos-y-argentina
9 Roberto Russell y Gabriel Tokatlian, “Modelos de política exterior y opciones estratégicas. El caso de América Latina frente a Estados Unidos” en Revista CIDOB D’AfersInternacionals, 85-86, pág. 231. Disponible en: http://www.raco.cat/index.php/RevistaCIDOB/article/download/130889/180654.
10Casa Blanca, Op. Cit.
11Ibidem.
12 Roberto Russell y Gabriel Tokatlian, Op. Cit.,pág. 229.
13 Es recurrente la idea de que la participación bélica argentina en conflictos extra continentales fue determinante en los atentados terroristas durante el gobierno de Carlos Menem.

 

 

 

Maximiliano Barreto