¿Una política de defensa sudamericana?
(Especial para mercosurabc) El gobierno brasileño lanzó en los últimos meses, la idea de crear un Consejo de Defensa regional, el que reuniría a los países sudamericanos. Cualquier sincronización de las políticas de defensa que vaya más allá de eso, parece sin embargo poco probable, por el motivo más simple y obvio de todos: la falta de un enemigo claro o común. Incluso la decisión reciente del gobierno de Estados Unidos de recrear la Cuarta Flota, con un crecimiento potencial de la presencia estadounidense en la región, con todo, aún está muy lejos de generar una sensación de peligro.
El Consejo de Defensa regional no tendría por objeto la formación de una alianza militar como por ejemplo, la OTAN, con la instalación de soldados de un país en otros, sino que se trataría de la sincronización de las políticas de defensa de varios países con vistas al bien común.
Si la idea es la de crear un foro de discusión para asuntos relacionados con la defensa, industria bélica, etc., es más que bienvenida. Sería un excelente canal para, por ejemplo, facilitar a resolución de crisis como la que enfrentó a Colombia y Ecuador poco tiempo atrás, el intercambio de puntos de vista entre los ámbitos militares y académicos ligados a la defensa en varios países, etc. En fin, dentro de esos límites, se trata de una iniciativa interesante.
Cualquier sincronización de las políticas de defensa que vayan más allá de esto, sin embargo, parece poco probable, y por el motivo más simple y obvio de todos: la falta de un enemigo claro o común.
En realidad, la única forma para América del Sur de contar con una política común de defensa sería la existencia de una amenaza desde fuera del continente que, aceptado como tal en forma unánime, tornase todos los conflictos internos irrelevantes y reuniese a todos los países en un frente común, lo que no existe. Otra posibilidad sería la de que una gran potencia consiguiera, con a su influencia, forzar a los países de la región a aceptar una política única y a olvidar los conflictos y cuestiones internas. Solamente dos países tendrían el poder para al menos intentar ejercer este papel, los Estados Unidos y, tal vez, el Brasil.
Incluso la decisión reciente del gobierno de Estados Unidos de recrear la Cuarta Flota, con un crecimiento potencial de la presencia estadounidense en la región, con todo, no parece cambiar sustancialmente este cuadro. El crecimiento potencial de la presencia americana en la región, con todo, aún está muy lejos de generar una sensación de peligro (aún más teniendo en cuenta que los latinoamericanos ya están adaptados a la inmensa fuerzas de los EUA en el continente y que oponerse militarmente a ellos sería difícil, aún el caso de que se desease llegar a tanto) y podría llevar a una coordinación mayor de los militares de la región.
Para las necesidades de defensa norteamericanas de hoy, América del sur sigue siendo irrelevante y no habría por qué gastar tiempo y energía en disciplinar a las Fuerzas Armadas locales y forzarlas a trabajar en conjunto, con directrices comunes y precisas.
Hoy Brasil no dispone del poder necesario para forzar, aunque lo quisiera, esta situación, y además de eso, no consigue establecer siquiera una política de defensa nacional, que sería el prr-requisito mínimo para la formulación de una regional.
Si el país más interesado en sincronizar la política militar de sus vecinos no consigue definir siquiera la propia, las perspectivas de ese Consejo regional de Defensa parecen ser, al menos en el presente, bastante limitadas.
* Joao Fábio Bertonha es profesor de la Universidad Estadual de Maringá, Brasil
Versión completa en Dossier Temas del Cono Sur Nº 49, en edición