Un Mercosur como sujeto político supranacional

Necesitamos un Mercosur de ciudadanos. Un Mercosur como sujeto político supranacional capaz de gobernar con un sentido de desarrollo productivo y justicia social toda una vasta red de intercambios culturales, sociales y comerciales entre los habitantes de cada uno de sus países. Y pasar de la idea de "integración negativa", consistente en el simple levantamiento de regulaciones comerciales a una integración positiva, que asegure comercio y también fomente la producción a escala regional, señaló el canciller Bielsa frente a representantes de las 500 organizaciones que componen el Consejo Consultivo Económico y Social, en la inauguración de su XVI Plenario.


El modo de insertarnos en el mundo está indisolublemente asociado al tipo de país que queremos ser, al tipo de ciudadanía que queremos tener. A nuestro horizonte como comunidad democrática. Queremos una Argentina justa en la distribución de los recursos, profundamente democrática por la calidad del funcionamiento de sus instituciones y la riqueza de la participación social. Queremos ser un país productivo y de alta competitividad sobre la base de una alta calificación de sus recursos humanos en el dominio de los adelantos científicos y tecnológicos. Un país abierto al mundo a partir de una sólida integración regional. Un país pacífico y activo en su contribución a la creación de un clima de fortalecimiento democrático, expansión de los derechos humanos, seguridad y estabilidad en la región y en el mundo.

Hay una fuerte relación entre inserción mundial y proyecto de país. Eso hace que la política exterior sea cada vez "menos exterior". Que la sociedad siga con atención nuestros viajes, nuestros encuentros, los acuerdos y desacuerdos que tenemos con el resto de los países. Que la relación con Brasil, con Chile o la negociación del ALCA sean temas relevantes de la agenda nacional.

El otro hecho que está en la raíz de este interés social por las relaciones internacionales es que la política internacional ha dejado de ser un monopolio de los estados. Todos tienen política de relaciones internacionales: las empresas multinacionales, los sindicatos, las cámaras empresarias, los partidos políticos, las organizaciones de defensa del medio ambiente, las iglesias, los medios de comunicación. ¿Qué grupo social no hace política internacional hoy?

Por eso, en el Gobierno y en la Cancillería estamos convencidos de que tenemos que articular todo cuanto sea posible esa vastísima red de iniciativas que atraviesa sistemáticamente las fronteras de los países. Escuchar. Informar. Explicar. Debatir. Hacer política con y junto a la sociedad civil.

No quiero dejar de decir que este Foro, que estas más de quinientas organizaciones que participan y se comprometen, son también una conquista contra el clima antipolítico que predominó en los últimos tiempos en nuestro país. Un clima que se apoya en el derrumbe múltiple que sufrimos a fines de 2001 y en las responsabilidades que en esa crisis tuvo la dirigencia política. Que quiere un mínimo de política porque quiere un mínimo de regulación, un mínimo de instituciones, un mínimo de equilibrios sociales.

Desde esa mirada antipolítica, la sociedad civil suele aparecer como "vigilante" de la política. Como reserva y custodio del bien común contra la venalidad de los políticos. Como freno de los abusos. Es según creo, una versión parcial que no conviene a la defensa de los legítimos intereses de los sectores sociales. Necesitamos una sociedad civil participativa, cooperativa, en permanente interacción con las instituciones políticas de la democracia.

No queremos una sociedad civil como conjunto de lobbys corporativos sino como instancia creativa, productiva y transparente. Con capacidad de control y con capacidad de colaboración. Con ese espíritu estamos trabajando en el Consejo Consultivo de la Sociedad Civil. Y creo que a eso se debe los logros que estamos cosechando. Somos conscientes de que, en última instancia, las decisiones en un régimen democrático las toman las autoridades electas por el conjunto del pueblo. Lo que queremos es que esas decisiones tengan tras de sí la autoridad de la consulta, del debate, del diálogo con la sociedad.

Esta es la misma visión que queremos aportar en el esfuerzo que estamos haciendo en común con nuestros socios por fortalecer el Mercosur y desde ahí avanzar hacia una Comunidad Sudamericana de Naciones. Necesitamos abrir paso a una nueva perspectiva de la integración y a una nueva institucionalidad que dé cuenta de ese cambio. En cierta medida se trata de recuperar el espíritu inaugural de los acuerdos entre los presidentes Sarney y Alfonsín: la agenda principal de aquellos acuerdos era el fortalecimiento democrático, el acercamiento social y cultural entre nuestros países.

Necesitamos un Mercosur de ciudadanos. Un Mercosur como sujeto político supranacional capaz de gobernar con un sentido de desarrollo productivo y justicia social toda una vasta red de intercambios culturales, sociales y comerciales entre los habitantes de cada uno de sus países.

De la idea de "integración negativa", consistente en el simple levantamiento de regulaciones comerciales necesitamos pasar a una integración positiva. Que asegure comercio y también fomente la producción a escala regional. Bancos y proyectos de infraestructura común. Red energética regional. Y también pasaporte común. Facilidad y promoción de los vínculos culturales. Instancias políticas, el parlamento común como lo hemos aprobado recientemente en Ouro Preto. Integración positiva quiere decir igualar hacia arriba. La concepción excluyentemente mercantilista lleva a una competencia "hacia abajo". Para atraer capitales, según ese credo, hay que bajar regulaciones, precarizar el trabajo, abandonar toda idea de equidad social. Nosotros pensamos distinto: pensamos en unir nuestros mercados, nuestra producción, nuestras potencialidades para conseguir nuevas oportunidades de mejoramiento de la calidad de vida de nuestros pueblos. Y queremos hacerlo para conectarnos con el mundo y no para cerrarnos en la región.

Así queda revelado en los acuerdos con la CAN y el lanzamiento de la Comunidad Sudamericana. Si el Mercosur supera sus retrasos y se fortalece, el proyecto de Unidad Sudamericana puede avanzar y convertirse en un factor operante en la realidad mundial.

No tenemos un programa conflictivo a escala hemisférica. Estamos convencidos de que la fortaleza de la unidad regional puede darnos mejores condiciones para discutir una agenda hemisférica común que sin duda existe. Nuestra disposición a trabajar por la estabilidad democrática en la región y a perfeccionar la lucha contra el terrorismo no son concesiones a Estados Unidos. Corresponden a nuestros intereses y a nuestros valores. Al mismo tiempo sostenemos que la mejor lucha por la estabilidad y la seguridad es la que está encabezada por la colaboración para el desarrollo y para la inclusión social. Ese es el punto central de nuestra agenda. Por eso hemos impulsado que la próxima "Cumbre de las Américas" tenga como tema central la cuestión del empleo. Con el mismo espíritu cooperativo asumimos nuestra relación con la Unión Europea y confiamos en despejar los obstáculos que la traban, particularmente las barreras que la UE establece para el ingreso de nuestros productos agroindustriales y alimenticios. Apostamos a un mundo de regiones consolidadas. A un mundo de equilibrios multipolares. De instituciones regulativas internacionales sólidas, operativas y democráticas. Ese es el mejor hábitat para un país que quiere recuperarse después de un derrumbe como el nuestro. Por eso hemos incrementado nuestras relaciones con China, la India, los países de la región Asia-Pacífico, los países árabes. Queremos intensificar vínculos comerciales y también coordinar acciones en dirección a reglas de comercio mundial más justas y equitativas, tal como lo impulsamos en la Reunión de Cancún, de 2003, con el Grupo de los 20.

Valoramos el trabajo de este Consejo de la Sociedad Civil. De cada una de sus Comisiones de Trabajo. Agradecemos el compromiso de las organizaciones sociales que participan de él. Nos parece relevante la celebración (hace pocas horas) del Primer Encuentro Regional de la Sociedad Civil para la Integración del Noreste en la ciudad de Resistencia. Esto tiene una enorme relevancia porque corresponde a una visión federal y regional de la participación de la sociedad civil a la que no siempre se le presta la suficiente importancia. Como también el lanzamiento del Curso sobre Integración para dirigentes locales previsto para mayo. Y las diversas iniciativas que se vienen promoviendo hacia las Pymes, la agricultura, la juventud y la mujer y otras actividades sectoriales.

Necesitamos seguir con el esfuerzo de información diaria a todas las organizaciones sobre la marcha de los procesos negociadores. Es una práctica que ayuda a calificar la participación de cada una de las instituciones que participa en el Consejo.

Vamos a seguir trabajando para fortalecer el peso de las instancias de participación de la sociedad civil en la institucionalidad del Mercosur. El aporte que vienen realizando el Foro Consultivo Económico-Social, la red de Mercociudades y la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur es de gran relevancia. En primer lugar porque ayudan a contrarrestar el peso de ciertas operaciones anti Mercosur que, apoyadas en dificultades reales que tenemos, apuntan a sembrar desconfianza y a trabar el proceso de integración.

MABC