Lula apuesta a la asociación entre defensa y desarrollo

La recientemente aprobada Estrategia Nacional de Defensa de Brasil, no encuentra precedentes en todo el espacio latinoamericano. Por primera vez, un estado de la región plantea un documento que se para en pie de igualdad con la “Revisión cuadrienal de la Defensa” del Departamento de Defensa de Estados Unidos. El ministro de Asuntos Estratégicos, Roberto Mangabeira Unger, quién fuera profesor de Barack Obama, y el presidenciable ministro de Defensa, Nelson Jobim, han sido sus artífices intelectuales. Lo asegura Juan Recce *, investigador del CAEI, en su último análisis.


El set de convenios de cooperación militar suscriptos entre el presidente francés Nicolás Sarkozy y su par Lula Da Silva viene a poner un broche de oro a la recientemente aprobada Estrategia Nacional de Defensa. Dicho documento es el culmen de un arduo proceso de discusión iniciado hace poco más de un año y que ya ha levantado fuertes suspicacias no solo en las filas de la oposición sino también en el propio oficialismo.

En la introducción del texto de 64 páginas se lee sin mayores preludios: “Vivimos en un mundo en el que la intimidación prevalece por sobre la buena fe” ¿A dónde se orienta tal estrategia? A consolidar un Brasil, “capaz de decir NO, cuando tenga que decir NO”, continúa, es decir, un jugador global con peso real para la construcción de un sistema internacional anclado sobre la base de un reparto de poder militar y económico más equitativo.

Este documento, verdadera pieza de relojería conceptual, no encuentra precedentes en todo el espacio latinoamericano. Por primera vez, un estado de la región plantea un documento que se para en pie de igualdad con la “Revisión cuadrienal de la Defensa” del Departamento de Defensa de Estados Unidos. El ministro de Asuntos Estratégicos, Roberto Mangabeira Unger, quién fuera profesor de Barack Obama, y el presidenciable ministro de Defensa, Nelson Jobim, han sido sus artífices intelectuales.

Del análisis del documento se desprende una idea clave: las Fuerzas Armadas son parte integrante del contrato social. Su rol dentro del mismo es proveer el bien público de la defensa, ya no sólo haciendo las veces de póliza de seguro contra terceros, sino como parte de un complejo andamiaje que asocia la defensa al desarrollo: “Brasil no será independiente mientras queden segmentos de su población sin oportunidades de aprender, trabajar y producir”.

Para Brasil, defensa y desarrollo comparten al menos tres puntos de encuentro. En primer lugar, la consolidación del crecimiento económico derivado del gasto público y de la inversión privada alentada por los estímulos fiscales ofrecidos a su pujante aparato industrial-militar.

En segundo lugar, la innovación en ciencia y tecnología en las áreas nuclear, espacial y cibernética, agentes potenciadores del desarrollo industrial que aseguran a un mismo tiempo, fuerzas armadas altamente tecnificadas y un considerable incremento de su competitividad industrial de aplicación civil.

Finalmente, la inclusión social generada por el servicio militar obligatorio, factor de nivelación sociológica que promete ampliar la base social para la “participación en los procesos decisorios de la vida política y económica del país”.

Brasil con su mirada puesta en el futuro se presenta ante el mundo y ante si mismo como un agente de cambio y de real democratización del sistema internacional. Los grandes juegan al “TEG” pensando con varias jugadas de anticipación.


* Licenciado en Relaciones Internacionales. Tesista de la Maestría en Defensa Nacional. Bach. Universitario/Profesor de Filosofía. Profesor Titular, cátedra: Política Exterior Argentina (ESG Conjunta / CUSUP. FF.AA.). Profesor Titular cátedras: Ideologías Políticas Contemporáneas (UK) y Negociación y Toma de Decisiones (UK). Director Ejecutivo del Centro Argentino de Estudios Internacionales (CAEI) y Coordinador en ese mismo ámbito del Programa de Fenomenología Política (PFP).

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