Las ciudades en la integración regional

Según estimaciones del UNFPA, por primera vez en la historia; durante 2007 más de la mitad de la población mundial estará viviendo en ciudades. Ello como resultado de un continuo desplazamiento de personas que ha conducido a un significativo crecimiento de las zonas urbanas en los países en desarrollo. En este contexto, la integración regional como opción de política internacional de los Estados ha llevado a que las ciudades intenten adaptarse a estos nuevos tiempos, a través de la participación en Programas de Hermanamiento o de la conformación de redes como la Red Mercociudades o la Red Andina de Ciudades.
Foto: Leonardo Granato


En el caso del MERCOSUR, la reconversión industrial y el crecimiento de los circuitos comerciales impactaron sobre las ciudades, generando dificultades vinculadas a la infraestructura urbana, al medio ambiente, al empleo y a las migraciones.

Dado que no se puede construir lo macro -la integración regional- si al mismo tiempo no se afianza el proceso de reforma en el nivel micro, en 1995 en Asunción; los intendentes, alcaldes y prefeitos de las principales ciudades de los países del bloque fundaron la Red Mercociudades.

El objetivo era muy claro: generar un ámbito institucional donde las ciudades pudieran expresar su opinión sobre el rumbo del proceso integrador; y, a su vez, desarrollar un espacio de convergencia e intercambio que permitiera generar políticas públicas más eficaces.

El MERCOSUR requiere de un proyecto de integración en dos sentidos: la integración “hacia adentro” y “hacia fuera”. Si bien ambas responden a necesidades nacionales, la primera -en el nivel local- responde al imperativo de reconstituir una democracia verdaderamente federal; la segunda -en el ámbito del MERCOSUR- a efectos de reconstruir un subsistema regional más equitativo.

A doce años de su creación, Mercociudades se muestra como una red madura; con la deuda pendiente de obtener la codecisión en temas de su competencia. La integración puede provocar cierto alejamiento del ciudadano, por lo cual la descentralización basada en una autonomía real de los municipios complementa ésta situación, permitiendo delinear mejores políticas locales.

Como consecuencia del incremento de la autonomía y la descentralización, el poder local adiciona a las tradicionales funciones de prestación de servicios y de inversiones en infraestructura urbana, nuevas competencias relacionadas con el desarrollo económico social; el equilibrio territorial y poblacional; y la promoción de ciencia y tecnología; entre otras.

Las relaciones internacionales de las ciudades se convierten en una novedosa herramienta para los procesos de integración a través de dos ejes de trabajo: las iniciativas que descienden de la esfera de competencia del Estado nacional y que son receptadas por el municipio; y las iniciativas municipales cuyas principales áreas en política exterior son el hermanamiento, la cooperación descentralizada, las giras comerciales y la conformación de redes.

La creciente autonomía permite a las ciudades utilizar la cooperación para la búsqueda de soluciones a sus requerimientos de desarrollo local. Las ciudades pueden influir positivamente en los procesos de integración regional aportando una mirada local, ya que son sus habitantes quienes soportan los impactos del bloque.

La cooperación requiere de esfuerzos activos para adaptar políticas y satisfacer las demandas del otro, puesto que no basta el hecho de considerar los intereses comunes sino además poder concretar objetivos mutuamente beneficiosos.

Bajo esta realidad, la ciudad se enfrenta a un “juego de doble nivel”; constituido por la interrelación entre la política nacional y la política exterior, dando lugar a una dinámica de negociación y búsqueda de consenso en el nivel nacional e internacional conjuntamente.


* Analistas en Integración Económica y Desarrollo Regional
Nahuel Oddone y Leonardo Granato