Estrategia regional de convergencia en la diversidad

¿Convergencia o confrontación? Son dos opciones que evoca la relación entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico, señala Félix Peña (*)) en el último newsletter de su autoría editado en 2014.


Elegir entre una u otra trasciende el plano de lo económico y de lo comercial, explica Félix Peña (*) en su newsletter del mes de diciembre. Penetra hondo en el plano político, ya que tiene mucho que ver con la gobernabilidad regional y con la prevalencia de un clima de armonía que sea funcional a la democracia y al desarrollo económico-social de los países miembros.

Es una cuestión que, por lo demás, requiere de precisión en los datos sobre las realidades en las relaciones entre los países de ambos espacios regionales. De allí la importancia de la reciente publicación de un nuevo informe de la CEPAL, titulado “La Alianza del Pacífico y el Mercosur. Hacia la convergencia en la diversidad” (http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37304/S1420838_es.pdf?sequence=1), que suministra la información necesaria para un abordaje fundado sobre las realidades de las relaciones entre los que en la actualidad son los principales marcos institucionales de la integración en América Latina: el Mercosur y la Alianza del Pacífico.

El informe fue especialmente preparado para ser presentado en el Seminario sobre “Diálogo sobre Integración Regional: Alianza del Pacífico y Mercosur”, que se realizó el 24 de noviembre 2014 en Santiago de Chile. Lo convocó Heraldo Muñoz, el Canciller chileno, y en sus tres paneles de diálogo participaron los Ministros de Relaciones Exteriores de Argentina, Brasil, Chile, Guatemala (país que representó los espacios de integración de Centroamérica y el Caribe), México, Paraguay, Perú y Uruguay; los Ministros o Viceministros de Comercio de Argentina, Colombia, Perú y México, y seis representantes de la sociedad civil de países de la región (instituciones empresarias y sindicales, y expertos independientes). Cada uno de los paneles de diálogo fue moderado, respectivamente, por el Secretario General de la OEA, el Presidente del Banco Latinoamericano de Desarrollo-CAF y por el Secretario General de la ALADI.

El Seminario se realizó en el Centro Cultural Gabriela Mistral con la presencia de público y del periodismo. Lo inauguró la Sra. Michelle Bachelet, Presidenta de Chile, quien además ofreció un almuerzo. En sus palabras inaugurales exhortó al diálogo y a “soñar en voz alta”. La presentación inicial la efectuó luego el Canciller Heraldo Muñoz. Planteó los lineamientos principales de la idea estratégica de convergencia en la diversidad y los objetivos del diálogo a realizarse en el Seminario (ver el texto de su presentación en: http://www.minrel.gob.cl/minrel/site/artic/20141126/pags/20141126125701.html). Al respecto cabe tener presente, que los Ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros de ambos esquemas habían tenido una reunión de trabajo dos semanas antes en Cartagena de Indias (Colombia), en la que el tema central del Seminario había sido abordado, tal como fuera propuesto en la Cumbre de la Alianza del Pacífico en Punta Mita (México).

En su momento, señalamos que la iniciativa del gobierno de Chile “si bien hace referencia específica a la necesaria articulación entre el Mercosur -especialmente si se logra su necesaria renovación metodológica- y la Alianza del Pacífico -especialmente si se cumplen sus incipientes compromisos- contiene una aproximación centrada en la idea de compromisos de velocidades diferenciadas que si se insertan en marcos institucionales y normativos comunes, como podría la ALADI en el plano regional latinoamericano, o una OMC renovada y fortalecida en el plano global multilateral, permitirían neutralizar las tendencias a la fragmentación sistémica que se observan en la actualidad. Y agregamos que “es una idea que puede ser central para que los acuerdos que se están negociando contribuyan al objetivo de alcanzar pautas razonables de gobernabilidad global y regional. Implica conciliar las aproximaciones de alcance parcial con una visión de conjunto indispensable para impulsar el comercio mundial en un contexto favorable a la paz y a la estabilidad política y, a su vez al desarrollo económico y social de todos los países. Demostrar que es posible podría ser un objetivo valioso que alimente la agenda de cooperación entre los países latinoamericanos. Sus efectos trascenderían entonces al plano regional. Requiere, eso sí, una buena dosis de constancia, de imaginación técnica y de voluntad política”.

El antes citado informe de la CEPAL, permite constatar la densidad del tejido de acuerdos y de relaciones ya existentes entre los países de la Alianza y los del Mercosur. Es un tejido que se ha intensificado en las últimas décadas, especialmente en algunas de sus conexiones, tales como las existentes en el comercio bilateral entre Chile, Perú y Colombia por un lado y, por el otro, Brasil y Argentina. Por ejemplo, los acuerdos de alcance parcial celebrados entre estos países en el marco de la ALADI y de las relaciones entre el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones, ya han producido la completa desgravación arancelaria entre Chile y los países del Mercosur (100%). Los porcentajes de desgravación también son altos en los casos de Perú (88%) y de Colombia (90%) (ver los textos de dichos acuerdos y sus respectivas listas de desgravación arancelaria, en: http://www.aladi.org/nsfaladi/textacdos.nsf/vaceweb). Otro dato relevante es que el comercio intra-Mercosur representó en el 2013, el 14% del comercio global de sus países miembros, en tanto que el intra-Alianza representa sólo el 3.5%. En el primer caso los porcentajes son mucho más significativos si se considera el comercio de manufacturas. A su vez, las exportaciones de los países de la Alianza hacia los del Mercosur son más elevadas que las intra-Alianza (en el 2013, las intra-Alianza fueron del orden de los 19.500 millones de dólares y las destinadas al Mercosur alcanzaron los 23.700 millones de dólares). Tanto Chile, Colombia como México exportaron más hacia el Mercosur que hacia los países de la Alianza. También los datos sobre comercio de servicios y de inversiones –aunque sean incompletos- ponen de manifiesto la intensidad de las relaciones de países de la Alianza del Pacífico con los del Mercosur y, especialmente, con la Argentina y el Brasil.

Como resultado del rico diálogo a que diera lugar el Seminario de Santiago de Chile, quedó claro que los participantes valoran la idea de “convergencia en la diversidad”. La visualizan como la estrategia más apropiada en el actual contexto económico y político global, y como reflejo de lo mucho que se ha acumulado en las relaciones entre sus países miembros tras más de cincuenta años de esfuerzos de integración regional.

Tal como lo señalaran desde el comienzo del Seminario, tanto la Presidenta Bachelet como luego el Canciller Muñoz, la convergencia no implica unificar los dos esquemas de integración ni entablar entre ellos negociaciones arancelarias, sin perjuicio de la profundización de las ya existentes en el marco de la ALADI. Implica sí reconocer y respetar las diferencias existentes entre objetivos y métodos de ambos esquemas, e incluso entre estrategias y políticas de desarrollo y comercio de sus países miembros. E implica trazar agendas cortas y hojas de ruta, para avanzar en aquellas áreas y cuestiones que más puedan interesar a países que participan en uno y otro esquema, o en los restantes acuerdos de integración en la región, tales como los del Caribe y Centroamérica.

Varias cuestiones fueron señaladas como de acción prioritaria. Fueron mencionadas por distintos participantes del Diálogo de Santiago y también en el informe de la CEPAL. Entre otras, las principales fueron: la conectividad física; la facilitación del comercio; los encadenamientos productivos y la participación en ellos de las Pymes; el intercambio de estudiantes incluyendo pasantías recíprocas entre empresas; el desarrollo del turismo; la capacidad de diagnóstico sobre la competencia económica global; la innovación y el desarrollo científico y tecnológico, y el seguimiento y participación en las negociaciones comerciales internacionales, tanto en el plano global multilateral como en el inter-regional.

En relación a las relaciones con otras regiones, se mencionó la necesidad de concertar posiciones en próximos eventos de importancia para América Latina, tales como el Foro China-América Latina a celebrarse en Beijing el año próximo, como también la Cumbre Unión Europea-América Latina, realizarse en Bruselas. En ambos casos la CELAC tiene un papel central en la coordinación de las posiciones de los países de la región. También se mencionó la coordinación de posiciones en relación a las reuniones del G20 y a la Conferencia de Cambio Climático (COP21) a realizarse en París, en diciembre 2015.

La reunión dejó saldos positivos. El primero fue el colocar al Mercosur y la Alianza del Pacífico, cada uno con sus propios objetivos y metodologías, en el marco más amplio de los fuertes desafíos que se están planteando en el plano global y, asimismo, de las oportunidades que se abren para una región que tiene, como uno de sus principales activos, el ser a la vez del Pacífico y del Atlántico, y el tener un destacado potencial para el desarrollo de productos y servicios vinculados, entre otros, a la agro-industria, a la energía, y a la minería. El segundo fue identificar aquellas cuestiones y sectores en los que son factibles abordajes compartidos entre todos o algunos de los países de ambos esquemas. Y el tercero fue poner de manifiesto que el diálogo y el intercambio de perspectivas, con la participación de representantes de los gobiernos, de los sectores de la producción y del trabajo, y del mundo académico, es la vía más recomendable a fin de ampliar la agenda de construcción de una región en la que predomine la convergencia en la diversidad.

Quizás el principal desafío que quedó instalado al concluir el Seminario de Santiago de Chile, será el de elaborar y luego desarrollar, hojas de ruta y agendas cortas para los campos prioritarios de futura acción conjunta entre países miembros de los distintos esquemas de integración. Es un desafío que involucra a los gobiernos, pero también a las instituciones empresarias, sindicales y académicas. También se constató, en esta oportunidad, que el mapa institucional existente en la región, abre un amplio abanico de posibilidades en términos de los ámbitos por donde canalizar el impulso y el desarrollo de las acciones conjuntas identificadas, como también las que se privilegien en el futuro.

 

Texto completo: www.felixpena.com.ar

 

 

(*) Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales - Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group.

Félix Peña