Venezuela 2017: la vitalidad del chavismo

El triunfo en las urnas con una mayoría absoluta de votos, en torno al 54 por ciento, es un caso excepcional en donde un gobierno atacado con saña desde el exterior: guerra económica, ofensiva mediática, agresión diplomática, amenazas de intervención del gobierno de Estados Unidos y que provoca indecibles sufrimientos a la población logra prevalecer.


16/10/2017.- (Por Atilio A. Boron) Pasada la medianoche del domingo la edición digital del diario Clarín (Buenos Aires) no decía una palabra sobre el resultado de las elecciones venezolanas. Su colega La Nación, en cambio, titulaba de la siguiente manera lo ocurrido en Venezuela: “Rotunda victoria del chavismo en las regionales, resultados que la oposición no acepta”. En un caso ninguneo absoluto de la noticia: el acontecimiento no existió; en el otro, manipulación de la noticia, porque el énfasis está puesto en el hecho de que, como era previsible, la oposición no aceptaba su derrota. El Nuevo Heraldo (Miami) es más cauteloso, y titula así: “Chavismo gana 17 de 23 gobernaciones; oposición venezolana denuncia posibilidad de fraude en elecciones.” Lo que se da como un hecho para La Nación pasa a ser una posibilidad de fraude para el periódico de Miami. El Nacional de Caracas también destacaba las 5 gobernaciones obtenidas por la MUD frente a las 17 del PSUV. Al terminar de escribir estas notas aún no se había definido la situación del estado Bolívar, que de ningún modo podría alterar el paisaje electoral. En la Argentina casi todos los programas informativos de la mañana de hoy, lunes, oficialistas declarados o vergonzantes, sólo hablaban del fraude. Para fundamentar tan grave acusación entrevistaban a irreprochables informantes, todos ellos férreos opositores al gobierno bolivariano que decían, sin aportar una sola prueba, que las elecciones habían sido fraudulentas. Repito: para esos pseudo-periodistas -en realidad pérfidos agentes de propaganda de la derecha- los dichos de los rabiosos perdedores de ayer son evidencias más que suficientes para desechar el veredicto de las urnas.

Es obvio que el resultado registrado el domingo en Venezuela es un duro golpe para la derecha, no sólo de ese país sino de toda América Latina.  Un revés para los planes golpistas y destituyentes obsesionados por derrocar a Nicolás Maduro y, de esa forma, apoderarse del petróleo venezolano que es lo único que le interesa a Washington. Ese resultado es, asimismo, un caso excepcional en donde un gobierno atacado con saña desde el exterior: guerra económica, ofensiva mediática, agresión diplomática (la OEA, gobiernos europeos, etcétera), amenazas de intervención del gobierno de Estados Unidos (declaraciones de Donald Trump, Rex Tillerson, Mike Pompeo, y otros personajes menores) y que provoca indecibles sufrimientos a la población logra prevalecer en las urnas. No recuerdo otro semejante en donde ante esta perversa constelación de factores desestabilizadores un gobierno haya salido triunfante en las urnas con una mayoría absoluta de votos, en torno al 54 por ciento. Una proeza similar la concretó Salvador Allende. Enfrentado a un ataque muy pertinaz aunque no tanto como el infligido a Venezuela, obtuvo un gran resultado en las elecciones de diputados de Marzo de 1973 al alzarse con el 44.2 % de los votos, impidiendo que la oposición de derecha alcanzara los dos tercios necesarios en el Senado para destituir al presidente chileno. Aún así, está lejos del guarismo obtenido por el chavismo. Y Winston Churchill perdió las elecciones convocadas con la finalización de la Segunda Guerra Mundial a manos del laborista Clement Attlee: 49.7 % contra 36.2 % de Churchill. Las penurias de una guerra, declarada o no, afectan negativamente a los partidos gobernantes y Churchill lo sufrió en carne propia, todo lo cual realza aún más la notable victoria obtenida por el chavismo en las elecciones regionales del día de ayer.

Por supuesto, como era previsible, la derecha habla de un fraude: ¿habrá habido tal cosa en el Zulia, en Táchira, en Mérida, en Nueva Esparta y Anzoátegui, donde triunfó la oposición? O sea, donde esta triunfó no hubo fraude sino un límpida consulta ciudadana; donde perdió, hubo fraude. Un disparate. Aquellos son estados muy importantes, y curiosamente el gobierno del “dictador” Nicolás Maduro aceptó el revés electoral sin chistar. El rechazo de la derecha y sus aliados fuera de Venezuela ante las reiteradas derrotas sufridas a manos del chavismo es una práctica viciosa que se arrastra desde que Hugo Chávez triunfara en los comicios presidenciales de Diciembre de 1998. Como es bien sabido, las relaciones entre la derecha y la democracia siempre han sido tirantes. Su historia es la historia de un matrimonio mal avenido que da pie a “una relación infeliz.” La primera acepta a la segunda sólo cuando la favorece, cosa que no ocurre con la izquierda que invariablemente aceptó el veredicto negativo de las urnas, como lo demuestra la historia venezolana en estos últimos 18 años. La victoria roja en el crucial estado de Miranda, arrebatado a Henrique Capriles, es todo un símbolo de la vitalidad del chavismo pese a las enormes dificultades que venezolanas y venezolanos enfrentan en la vida cotidiana como producto principal, si bien no exclusivo, de la fenomenal agresión externa. Por el tamaño de su electorado Miranda es el segundo distrito del país. Pero el chavismo también triunfó en Lara, Carabobo y Aragua, que son los tres que le siguen por la dimensión de su cuerpo electoral. Pero la derrota del oficialismo en la llamada “media luna”: Zulia, Táchira y Mérida, estados fronterizos con Colombia, es preocupante y no puede ser medida tan sólo en términos electorales. Allí anidan sectores animados por un fuerte espíritu secesionista que, si las condiciones internas llegaran a deteriorarse, podrían convertirse en una crucial cabeza de playa para facilitar alguna intervención foránea en Venezuela.

A pesar del sabotaje al proceso electoral y las denuncias anticipadas de fraude, lanzadas con el objeto de desalentar la participación popular en el comicio, el 61.14 % que acudió a las urnas –algo más de diez millones de ciudadanos- se ubica por encima del promedio histórico para este tipo de elecciones estaduales y constituyen motivo de envidia de más de un país cuyas credenciales democráticas jamás son puestas en cuestión por la ideología dominante. Por ejemplo, Chile, en donde en las últimas elecciones presidenciales participó, en el balotaje entre Michelle Bachelet y Evelyn Matthei, apenas el 41.9 del padrón electoral. Pese a esto la canalla mediática no cesa de caracterizar al gobierno bolivariano como una “dictadura”. Muy extraña, como lo recordaba Eduardo Galeano: con elecciones cada año -22 con las que se celebraron el día de ayer- ­y aceptando las derrotas cuando se produjeran. Sin duda, un duro rompecabezas para los politólogos y publicistas del establishment que tienen que vérselas con una rarísima “dictadura” adicta a las elecciones. Para resumir: el chavismo, que antes contaba con 20 gobernaciones pierde tres y retiene 17. Pero la recuperación de Miranda y Lara tiene un significado político muy especial porque se reconquistan dos baluartes desde los cuales la derecha planeaba relanzar sus aspiraciones presidenciales.

Lo que se viene no parece difícil de discernir. Desesperada por su frustración electoral un sector de la derecha, acicateada por sus amos estadounidenses, anuncia su voluntad de largarse por tercera vez a “calentar las calles” y apostar a la violencia criminal como forma de acabar con el chavismo. Cosa que habrían hecho de todas maneras porque un triunfo como el que se les escapó de las manos y que anhelaban con tanta (infundada) esperanza los habría envalentonado para “ir por más” y exigir la renuncia de Maduro y un llamado anticipado a elecciones presidenciales. O sea, desconocimiento de las elecciones cualesquiera fuesen sus resultados. Como perdieron su debilísimo espesor democrático se habrá licuado por completo y –ojalá me equivoque- seguramente veremos el súbito resurgimiento de la ola terrorista que asoló el país durante más de tres meses. En tal caso, será responsabilidad indelegable del gobierno garantizar el orden público aislando a los sectores terroristas y evitando que, con sus desmanes y su “intransigencia”, se pongan a la cabeza de la oposición. Pero para que tal cosa no ocurra será necesario no sólo impedir con energía la irrupción de la violencia sino también fortalecer los canales de diálogo con las fuerzas políticas que apostaron a la institucionalidad democrática y que conquistaron el gobierno en cinco estados. Venezuela no puede volver a transitar por la pesadilla padecida entre Abril y Julio del corriente año. Su pueblo no merece la reiteración de tamaño castigo y la revolución bolivariana no debe volver a transitar al borde del abismo como ocurriera durante aquellos aciagos meses. En suma: una importante victoria del chavismo, logros significativos de la oposición en algunos estados de gran importancia económica y geopolícia, y la esperanza de que, esta vez, se evite la recaída en el espiral de la violencia política persistentemente promovido por la derecha, con el impulso que le ofrece la Casa Blanca y la complicidad de las oligarquías mediáticas que desinforman y embrutecen a las poblaciones de Nuestra América.

 

 (Por Atilio A. Boron)

El triunfo del chavismo y cómo sortea la crisis económica

Según los resultados que dio el domingo el Consejo Nacional Electoral (CNE), no reconocidos por la oposición, que habla de fraude, el chavismo ganó claramente con 5,5 millones de votos, lo que supone aproximadamente un tercio del censo electoral.

Ese número dista de ser el de más de ocho millones que, según el CNE, dieron el apoyo a la Asamblea Constituyente el 30 de julio, pero suficiente para superar a una oposición que, de acuerdo a los controvertidos números, no llegó a cinco millones y se dejó más de dos millones de apoyos respecto al claro triunfo obtenido en las elecciones legislativas de 2015.

La MUD emitió un comunicado en el que denunció "un proceso electoral fraudulento sin precedentes", con irregularidades como el cambio de colegio a última hora de "más de 700.000 venezolanos". La plataforma opositora anunció que seguirá combatiendo la "dictadura" en Venezuela.
 

El núcleo duro

Para explicar que el gobierno siga siendo competitivo en una elección, más allá de las irregularidades que denuncia la oposición y que supusieron trabas para miles de votantes, hay que analizar tanto las virtudes del chavismo como los problemas de la oposición, agrupada en la coalición de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

El oficialismo cuenta con un núcleo duro de votantes que están con él pase lo que pase. En Petare conocí a Tamara Viana, de 52 años y chavista desde el triunfo de Hugo Chávez en 1998.

Viana se levantó a las 3:00 de la madrugada el domingo para empezar a movilizar gente. A las 10:00 tenía una lista con nombres y teléfonos de sus vecinos a los que llamó para saber si habían ido a votar.

Los jeeps iban y venían al colegio Julio Calcaño de Petare. "¡A votar!", gritaba una joven con un megáfono mientras dos personas subían a una anciana al vehículo que tenía en el lateral un afiche de Héctor Rodríguez.

Tras 18 años en el poder y sólo dos de 22 derrotas electorales, el chavismo tiene una aceitada maquinaria electoral y de movilización reconocida incluso por la oposición, que denunció la reubicación de centros y que el CNE no permitiera las sustituciones de candidatos tras las primarias.

Y es que el chavismo cuenta con un núcleo duro que sigue a sus dirigentes de manera fiel.

"No es una crisis, es una guerra económica, un bloqueo", me dijo Viana cuando le mencioné la situación que vive el país y que ella sufre. Cree sin dudas el argumento del gobierno.

La activista mencionó varias veces la palabra "resolver", tan habitual ahora en Venezuela como lo es en Cuba.

Y como Armas, también Viana ve efectos positivos a la crisis. Ha sustituido el refresco de coca habitual por té de toronjil o malojillo frío y con azúcar, mucho más saludable.

Sin embargo, el chavismo, que rechaza las acusaciones de fraude, cree que no sólo ganó por su base.

"La victoria no es adjudicable al núcleo duro del chavismo. Se configura con el trabajo de base en todo el territorio y ganando las voluntades de electores con menos identidad. Tras la muerte de Chávez, se ha extendido una capa media no tan partidista, menos polarizada", le explicó a BBC Mundo Libertad Velasco, presidenta de la Misión Sucre del gobierno para formar profesionales universitarios.

"Hay un grupo que no va a votar a ciegas, que no actúa como fanaticada. Debemos hacer ingentes esfuerzos en mantener que somos la mejor opción. Quizás no la ideal, pero mejor que otras", analizó Velasco, que ha formado parte de los comandos de campaña del chavismo.
 

La influencia de la caja de comida

Viana es miembro del consejo comunal de su comunidad, donde un elemento nuclear es la caja de comida del CLAP que el gobierno vende de forma directa a un precio subsidiado.

Pese a que muchos se quejan de que no llega con la frecuencia que debía y a que sus productos distan mucho de tener la calidad de aquellos que hace unos años se podían encontrar en los supermercados, la caja es una gran ayuda.

Jesús "Chúo" Torrealba, activista social y exsecretario ejecutivo de la opositora MUD, cree que ese clientelismo es fundamental.

"De los 18 años (de chavismo), dos tercios se dieron en el marco de la burbuja petrolera más grande de la historia. El gobierno de Chávez y de Maduro manejaron dólares y capacidad de establecer una cultura clientelar. Ahora no hay la capacidad del pasado por la caída de precios del crudo, pero los tics culturales de convertir al ciudadano en siervo siguen vigentes y agravados por la crisis", explicó Torrealba a BBC Mundo.

"La dependencia era un vicio. Ahora, con el agravamiento de la crisis, esa dependencia es un tema de supervivencia", agregó.

La chavista Velasco, sin embargo, niega que tenga un impacto electoral.

"El CLAP está sobrevalorado. Es más mediático que realidad (…). No somos un estómago. Tenemos un pueblo muy crítico que no es clemente con nosotros y que nos acusa de no haber hecho más. No vota por una caja CLAP", argumentó Velasco.
 

La estrategia

Otro factor es la estrategia y los trucos electorales del chavismo. La elección regional de este domingo se debería haber realizado a final del año pasado. Se reprogramó a este diciembre y finalmente la Asamblea Constituyente la adelantó a octubre.

Las acercó así al clima de desánimo de la oposición tras cuatro meses de protestas que dejaron 120 muertos y la denuncia de manipulación contra el CNE hecha por el proveedor informático Smartmatic tras la elección de la Constituyente.

El politólogo Nícmer Evans, crítico con el gobierno desde la izquierda política, asegura que la crisis sí ha golpeado al presidente Maduro, que ha visto recortada su base de apoyo a la mitad respecto a la del popular Chávez, que no tuvo que enfrentar una condición económica tan adversa.

"Ha readaptado sus estrategia a su propia condición tratando de desmovilizar a la oposición para ponerla en sus propios niveles", le dijo Evans a BBC Mundo. En ese sentido estarían las irregularidades del CNE denunciadas por la oposición.

La clave de esa estrategia habría sido el amplio triunfo opositor en las legislativas de 2015 con un 74% de participación, 13 puntos más que el domingo.
 

Quejas opositoras

Y eso es parte de las tareas pendientes de la oposición, que aún no presentó pruebas concretas del fraude que denuncia.

El diputado opositor José Guerra admitió "trampas", pero amplió este lunes los motivos de la derrota.

"En 2004 hablamos de fraude y nos hicimos el harakiri. Hubo irregularidades de todo tipo. Nos derrotamos nosotros mismo. Nosotros perdimos votos por la abstención", dijo Guerra.

Evans le critica a la MUD que no haya incluido en la estrategia de oposición al chavismo crítico con el madurismo del que él forma parte, mientras que Torrealba, muy presente en el éxito electoral de 2015, critica la pérdida de una estrategia y una dirección coral y que se hayan planteado como soluciones la lucha de calle y luego las elecciones, lo que ha confundido a sus seguidores.

"Nadie puede apoyar a un liderazgo que no sabe lo que quiere", afirmó crítico Torrealba.
 

¿Adelanto electoral?

El triunfo electoral del domingo podría llevar a un adelanto de las presidenciales, previstas para dentro de un año.

Pero Torrealba advirtió que la oposición en un evento presidencial puede recuperar caudal político. "El gobierno está jugando a una popularidad de la que en realidad carece", dijo.

El opositor cree que la situación económica y social se puede agravar y con ello el rechazo al presidente Maduro, alto según las encuestas.

"Los elementos sustanciales del descontento contra el proyecto madurista siguen estando vigentes", dijo Torrealba.

No lo da por hecho tampoco Velasco. "Esta enorme victoria no quiere decir que se traduce a una presidencial automáticamente. Nos queda por delante mucho trabajo de calle", dijo la activista, que ya piensa en la próxima gran cita del chavismo.
Daniel García Marco (@danigmarco) BBC Mundo, Caracas

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