Uruguay pide su adhesión al CPTPP

Hoy el gobierno de Uruguay presenta formalmente un pedido de adhesión al CPTPP. El propio canciller Bustillo lo entregó al ministro de comercio de Nueva Zelandia. Sin estudios de impacto en la economía local. De difícil concreción por la cantidad de frentes abiertos y escasos negociadores. También encara un TLC con Turquía. No se avanzó lo suficiente en el tratado con China. Una medida de corte político. Analistas del Mercosur lo ven como un intento de debilitar el bloque, antes del impulso que Lula da Silva piensa dar a la integración regional.


Otro punto a revisar es por qué la elección de Uruguay de una organización abandonada por EEUU y supuestamente sin intenciones de retomar su presencia. El problema pasa por la puerta que abriría Uruguay a la producción de los 11 miembros, que incluyen a países de Asia Pacífico, y su impacto en el Mercosur. De allí que sea indispensable una discusión y una posición común, tanto en la firma del TLC con China, como en la intención formal de adherirse al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (CPTPP o TPP 11).

Si bien se puede percibir al CPTPP “sólo como un vestigio del debilitado proyecto globalista (TPP) pensado para contener a China”, como lo hace el académico Gabriel Merino en un extenso twitt, también es cierto que después de la retirada de esta potencia, las normas de inclusión se flexibilizaron y ya no se necesita la admisión de EEUU para el ingreso, además de haberse eliminado normas que lo favorecían. Conformado por 11 economías de Asia y el Pacífico, y AL, el CPTPP es actualmente el tercer bloque más grande del mundo, representando el 13.5% del comercio mundial de bienes.

Sin duda, en este momento de auge del regionalismo y lo pretencioso del planteo de Uruguay se puede tomar como “una verdadera puesta en escena dirigida a debilitar al Mercosur”. Complicadísima negociación con economías ricas y productoras de tecnología, en la que en este momento ni Uruguay ni el Mercosur se pueden embarcar.

Los términos de la argumentación uruguaya son muy básicos. El problema es que los "socios grandes" del MERCOSUR no tienen en cuenta a los "pequeños", enfatiza el investigador del CONICET. (1)

“Sin embargo, aunque algo de eso exista, es un error ver la discusión del bloque como una cuestión de países y sus intereses(...) Se trata de una discusión de proyectos político-estratégicos y puja de fuerzas sociales e intereses que atraviesan al conjunto. Fue evidente que, sobre los problemas de funcionamiento ya existentes, con el giro político de 2016 se presionó para que el bloque del MERCOSUR prácticamente se disuelva a partir de medidas de flexibilización, como rebajar el arancel externo común o negociar acuerdos de libre comercio por separado, entre otras”, prosigue Merino.

“Esta tendencia la expresaron tanto el gobierno de Macri, como el de Bolsonaro, Lacalle Pou y Abdo Benítez, donde primaron los intereses agro-exportadores y financieros por sobre la industria, impulsando el "libre comercio" y la consecuente desindustrialización/desintegración. Dicha contradicción quedó clara cuando buscaron avanzar en ese camino. No sólo rechazaron la "flexibilización" las fuerzas políticas de orientación neodesarrollista y populares, sino las propias entidades empresariales industriales de los cuatro integrantes del MERCOSUR, a través de comunicados conjuntos”, explica el investigador.

“Sin proyecto industrial (en el sentido amplio) y sin proyecto geopolítico propio (continentalismo / polo regional) no tiene sentido el bloque regional.

Pero la imposibilidad de obtener avances estratégicos fue claro, tanto por motivos políticos como por procesos estructurales en el sistema mundial (crisis del ciclo de globalización neoliberal). Por ello la apuesta de Lacalle Pou suena artificiosa, mucho más en pleno giro regionalista”, subraya. (2)

“Ayer, 30 de noviembre, se cumplió el 37º aniversario de la declaración de Foz de Iguazú, donde Alfonsín y Sarney sentaron una base para la integración.

Con ello, Brasil y Argentina dieron un paso clave hacia el continentalismo, con impronta nacional desarrollista y recuperando el sentido histórico del ABC (pacto recreado en la década del 50 por Argentina, Brasil, Chile,presididos por Domingo Perón, Getulio Vargas y Carlos Ibáñez del Campo), recuerda.

Hoy MERCOSUR es un bloque débil pero estratégico. El comercio intrabloque no supera el 15% (lejos del 30% de un bloque sólido) pero allí se concentran las exportaciones de mayor valor agregado. Apuntar hacia ese 30% de solidez es el camino, concluye Gabriel Merino.


1 Las normas del Mercosur tan solo permiten a los países del bloque negociar acuerdos de libre comercio con otros países en conjunto con sus socios y vetan las negociaciones individuales. Lacalle Pou manifestó a la República, que a Uruguay lo asiste el derecho internacional, en tanto Argentina y Brasil decidieron una reducción de aranceles en forma inconsulta. Este paso del gobierno uruguayo, originó la firma de una nota conjunta del resto de los países del Mercosur, advirtiendo por “medidas que juzguen necesarias para defender sus intereses en lo económico y jurídico”sobre posibles consecuencias, de concretarse la solicitud, que finalmente fue concretada.

2 Es interesante la mirada de un experto uruguayo en temas de integración, Ignacio Bartesaghi, defensor de la firma del acuerdo del TLC con China. Hoy, el académico sostiene que es imposible para Uruguay llevar adelante estas negociaciones al mismo tiempo. En ese sentido, su conclusión es que Uruguay en realidad no ha infringido ninguna regla, porque no ha firmado ningún tratado y ni siquiera se pudo completar el primigenio bilateral con China. En ese sentido, se vuelca a opinar que no se justifica la extrema preocupación del resto del Mercosur, contra la opinión de otros analistas, que ven en estos actos una amenaza a la política de integración encarada por el bloque desde su creación.

mercosurabc