Los BRICS y la multipolaridad

La alternativa de los BRICS: Implicancias para la gobernanza global, es un capítulo desarrollado por la investigadora Karen Smith, del libro de FLACSO de reciente edición: “Los Brics en la construcción de la multipolaridad: ¿reforma o adaptación?”. La obra fue coordinada por Alejandro Pelfini y Gastón Fulquet. Los intereses del sur global y de los Estados del BRICS no están necesariamente sincronizados, concluye Smith en su trabajo.


En este fragmento, Smith aborda la discusión sobre el rol de liderazgo político que estos Estados pueden ejercer regional y globalmente.

Políticamente hay una considerable divergencia entre los Estados del BRICS, lo cual podría socavar el rol de liderazgo que podrían llegar a ocupar internacionalmente. Primero, el grupo puede ser, y a menudo es, dividido entre los miembros de IBSA, India, Brasil y Sudáfrica por un lado, versus Rusia y China por el otro. Esta división refleja un quiebre entre los miembros democráticos del grupo versus los no-democráticos, lo cual tiene algunas implicaciones y repercusiones. En relación a esto, la división también coincide con una postura revisionista versus una del status quo cuando se trata del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En referencia a las posiciones divergentes en cuanto a los derechos humanos y la democracia, uno debe preguntarse hasta qué punto la membresía del BRICS está poniendo en juego los compromisos constitucionales de Estados como Sudáfrica. Incluso cuando se los ve tomar la misma postura (por ejemplo, cuando se vota en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas) se podría discutir que las motivaciones detrás de ciertas posturas son distintas.

Por ejemplo, cuando Rusia y China priorizan la soberanía como principio, puede decirse que Sudáfrica basa su postura en una convicción basada en la historia de que los acuerdos a través de la diplomacia o la negociación son preferibles.

Las posturas de estos tres Estados en relación a la reforma del Consejo de Seguridad también hablan sobre las tensiones entre los BRICS y el resto del Sur global (a quienes reclaman estar en condiciones de representar). Esto pone en evidencia la presión inherente a la identidad y los intereses del grupo. Su pretensión de hablar por el Sur global parece pretensión un tanto forzada teniendo en cuenta los evidentes conflictos de interés entre ellos y otros Estados en desarrollo en una cantidad de asuntos, como por ejemplo, la agricultura, el acceso mercados y la representación en foros multilaterales. A pesar de la retórica que sugiere lo contrario, los intereses del Sur global en general y de los Estados del BRICS, no están necesariamente sincronizados.

De manera asociada a las preguntas en torno a la justificación de por qué estos Estados hablan por el mundo en desarrollo, existen dudas acerca de su verdadera legitimidad regional. Al intentar representar intereses regionales en varios foros multilaterales, Sudáfrica, India y Brasil son reconocidos como poderes regionales por una comunidad internacional más amplia. Sin embargo, la aceptación, por parte de sus vecinos como legítimos líderes regionales ha sido menos evidente.

Sin duda, los tres Estados califican como “poderes regionales” en términos de su posición dominante económica y militar vis-a-vis otros Estados regionales. Su rol de liderazgo en la región parece ser afirmada por el resto de la comunidad internacional. Se puede encontrar evidencia de ello en el hecho de que los líderes de IBSA son invitados a menudo a foros multilaterales de los países avanzados e industrializados (como el G8 y el Foro Económico Mundial), donde se los considera portavoces no solo de sus Estados individuales, sino también de sus regiones y del mundo en desarrollo en general. Los países poderosos de Occidente también vuelven la mirada sobre estos Estados para llevar adelante la resolución de crisis regionales.

A pesar de que internacionalmente estos Estados son sin duda reconocidos como los depositarios del derecho de hablar por sus regiones, sus vecinos tienden a estar en desacuerdo. Uno necesita tan solo considerar el continuo debate sobre qué Estado debería representar a África en caso de que al continente se le diera un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para darse cuenta que el reconocimiento externo no se equipara con el reconocimiento regional. Este estado de las cosas desacredita la pretensión de los BRICS de hablar por sus regiones y el mundo en vías de desarrollo en sentido amplio.

En sus conclusiones, Karin Smith afirma que a pesar de las convergencias en referencia a su deseo de reformar el sistema, claramente hay muchas diferencias entre los Estados del BRICS, particularmente entre India, Brasil y Sudáfrica por un lado, y entre Rusia y China por otro. Los Estados del BRICS continúan impulsados por distintos objetivos y un entendimiento entre los cinco miembros sobre la naturaleza y al alcance exacto de las reformas todavía difiere sustantivamente. Entonces, a pesar de que su enfoque hacia algunos asuntos de política internacional sea parecido, al ser examinado más de cerca, las motivaciones para tomar ciertas posturas pueden diferir enormemente. Además la desorganización intelectual entre los poderes emergentes respecto de la forma que debiera tomar un nuevo orden mundial, seguirá siendo un obstáculo para lograrlo.

En general, el comportamiento de los BRICS, hasta ahora, indica que están más orientados hacia el status quo de lo que su retórica sugiere. Todavía no han logrado convertirse en un reto a la hegemonía institucional del Norte ni al marco de políticas neoliberales.

Los BRICS han hecho una “entrada tímida a la escena mundial sin ningún tipo de campaña de prensa. Uno de los motivos de esta timidez es que los BRICS no tienen una nueva aproximación sustancial a los asuntos mundiales, limitados como están por la adopción de políticas neoliberales en sus propios países” (Prashad, 2013:14).

 


*Karen Smith es doctora en Ciencia Política de la Universidad de Stellenbosch, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Ciudad del Cabo e investigadora asociada del Instituto para el Diálogo Global, Pretoria

 

Karen Smith