Las tareas que surgen de la última Cumbre del Mercosur en Asunción

Los resultados de la Cumbre de Asunción reflejan una voluntad política de reciclar el Mercosur, señala Félix Peña en su newsletter del mes de enero.


Reciclar entendido en el sentido de darle nuevos impulsos y enfoques a la construcción del espacio de integración, acordes con la experiencia acumulada y con los cambios profundos que se han producido en relación al contexto predominante en el momento fundacional de hace 25 años.

El 24 de marzo se cumplen 25 años de la firma del Tratado de Asunción que creó el Mercosur. Fue un paso adelante en la evolución del proceso de integración en la región, como lo fuera en su momento la Declaración de Foz de Iguazú, cuyos 30 años se conmemoraron el pasado 30 de noviembre, y que precediera a los acuerdos fundacionales de la integración entre la Argentina y el Brasil, incluyendo el Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo, que está aún vigente (ver su texto en http://infoleg.mecon.gov.ar/).

Son hitos que inspiran una reflexión sobre el camino ya recorrido y el que se visualiza como posible hacia el futuro inmediato. Nos recuerdan que la construcción de un espacio de integración entre naciones soberanas -que no necesariamente aspiran a dejar de serlo como resultado del trabajo conjunto-, se desarrolla a través de una sucesión de pasos que no siempre se corresponden con un itinerario sistemático y lineal, y que suele ser erráticos y frágiles. Es interesante observar que también los europeos han tomado más conciencia que lo importante en la construcción de un espacio de integración y concertación -por contraposición a espacios de fragmentación y confrontación entre naciones vecinas- es preservar la visión política traducida en una visión estratégica de largo plazo, a la vez que se van adaptando el derrotero y los pasos concretos a las realidades y al aprendizaje colectivo (ver al respecto el libro de Luuk van Midderlaar, "El Paso hacia Europa", Galaxia Gutenberg, Barcelona 2013). Es ese precisamente el aporte que puede resultar de liderazgos políticos que sean, a la vez, convincentes y firmes en sus objetivos, y flexibles en la instrumentación.

Es un hecho que en su recorrido, la imagen y la atractividad del Mercosur se han ido deteriorando. De la euforia y hasta un cierto triunfalismo de los momentos fundacionales, se pasó al desencanto. Pepe Mujica, siendo Presidente del Uruguay, definió bien el cuadro que se podía observar: "el Mercosur está rengo y a la miseria". Es posible que exagerara a fin de provocar reacciones. Pero lo cierto es que, aún cuando tales reacciones hayan existido, no necesariamente se tradujeron en iniciativas efectivas y eficaces, orientadas a darle un nuevo impulso real a la construcción del espacio denominado Mercosur. Muchas veces las iniciativas que se anunciaban, correspondían a una propensión a "jogar para a torcida" y parecían, por lo tanto, más orientadas a nutrir los titulares de los periódicos del día siguiente de la respectiva Cumbre que a incidir sobre las realidades.

Es por ello que, hacia finales de 2015 en vísperas de la última Cumbre en Asunción, fuera difícil hacer un pronóstico optimista sobre la evolución futura del Mercosur.
 

Punto de inflexión en la reunión Uruguay-Paraguay

Un punto de inflexión, sin embargo, se había empezado a observar en el encuentro de los Presidentes del Uruguay y del Paraguay, el pasado 25 de junio (ver el comunicado conjunto de los Presidentes, en http://medios.presidencia.gub.uy/). En tal oportunidad, la declaración conjunta de ambos mandatarios hace una referencia explícita a la voluntad de trabajar juntos para encarar -junto con los demás socios del Mercosur- un Plan de Acción para la consecución de los objetivos del Mercosur y el perfeccionamiento de la zona de libre comercio. Apuntaba al abordaje de algunos de los principales nudos que han quitado fuerza a la construcción del espacio regional de integración. Es sobre ellos que enhebró su acción el Paraguay al ejercer con eficacia, en el segundo semestre del 2015, la Presidencia Pro-tempore del Mercosur. De allí que los principales resultados obtenidos implican un abordaje de tales nudos, si bien no siempre indicando sobre como desatarlos, pero al menos sí para exteriorizar la voluntad de trabajar a tal efecto.

 

El reciclaje de una línea estratégica

Los resultados de la reciente Cumbre de Asunción reflejan una voluntad política de reciclar el Mercosur. Reciclar entendido en el sentido de darle nuevos impulsos a la construcción del espacio de integración, acordes con la experiencia acumulada y con los cambios profundos que se han producido en relación al contexto predominante en el momento fundacional de hace 25 años.

Hechos casi simultáneos con la Cumbre de Asunción contribuyen a ilustrar, junto con muchos otros, los profundos cambios contextuales que se han producido desde la creación del Mercosur.

Uno de esos hechos ha sido la Conferencia Ministerial de la OMC en Nairobi. Sus resultados están indicando, si no el fin formal de la Rueda Doha, por lo menos su entierro provisorio. Y ello permite plantear fuertes dudas sobre la vitalidad del sistema comercial multilateral institucionalizado en la OMC, al menos en cuanto a los objetivos y principios que le dieran origen hace veinte años (sobre los resultados de la Conferencia Ministerial de Nairobi (Kenia), ver https://www.wto.org/ y http://www.ictsd.org/).

El otro hecho ha sido la Conferencia de Paris sobre cambio climático que tuviera resultados superiores a los que se esperaban poco antes de su realización (sobre los resultados de la Conferencia de Paris, ver la nota publicada en el diario El País, de Madrid http://internacional.elpais.com/, que incluye el link con el texto de la declaración final http://ep00.epimg.net/).

De lo acordado en la Cumbre de Asunción, se pueden resaltar al menos tres de los planos en los que habría voluntad política de producir un reciclaje del proyecto regional común. Son estos algunos de los planos sobre los que probablemente se concentre la agenda del Mercosur durante el primer semestre de este año, en el que la Presidencia Pro-Tempore está a cargo del Uruguay.

El primer plano tiene que ver con la conveniencia de fortalecer la calidad jurídica de los compromisos que se han asumido o que se asuman en el futuro. Calidad jurídica apreciada por su valor político y económico, sea por el efecto político que el cumplimiento de lo pactado tiene como garantía a los intereses de todos los países miembros, cualquiera que sea su dimensión y su poder relativo, o sea por el efecto económico que tiene el generar un cuadro de previsibilidad que incentive la inversión productiva.

Por lo menos dos tipos de pronunciamientos y de decisiones de la reciente Cumbre de Asunción, reflejan la idea de revertir el deterioro que ha producido en la imagen del Mercosur, el hecho que lo comprometido sólo se cumple "en la medida de lo posible". Uno se refiere al inventario de restricciones a los intercambios comerciales recíprocos, originadas en medidas y prácticas que países miembros realizan en contra de los compromisos formalmente asumidos. Si bien se ha publicado una Decisión del Consejo del Mercosur al respecto, no ha ocurrido lo mismo con el inventario de medidas restrictivas que impulsara la Presidencia Pro-tempore del Paraguay (ver el texto de la decisión CMC 23, en http://www.mercosur.int/). El otro se refiere a los compromisos asumidos en el Mercosur con respecto a la vigencia de la democracia y al respeto a los derechos humanos (los respectivos textos se encuentran en la página Web del Mercosur: http://www.mercosur.int/ y con respecto a los derechos humanos en http://www.mercosur.int/).

El segundo plano de la agenda del primer semestre de 2016 del Mercosur, se refiere a trabajar en la consolidación de tres condiciones necesarias para construir, a través del tiempo, un espacio de trabajo conjunto entre naciones soberanas que comparten un espacio geográfico regional. Ellas son la conectividad física y de los sistemas productivos nacionales, la compatibilidad entre las estrategias de desarrollo y las políticas económicas aplicadas, y la convergencia de estrategias y políticas, hacia objetivos comunes. Uno de los ejemplos más apreciados del valor de tales condiciones, es el de los encadenamientos productivos que se encaren en múltiples sectores y, en particular, en aquellos con mayor potencial para proyectar al mundo la capacidad de producir bienes y de prestar servicios de los países del Mercosur.

Texto completo en: www.felixpena.com.ar

Félix Peña