Disparador de cuadros militares de nuevo tipo en Venezuela

Uno de los disparadores de la radicalización del pensamiento bolivariano de Hugo Chávez, partió de la formación recibida a instancias de la implementación del Plan Andrés Bello, que cambia los planes de estudio de las fuerzas armadas torneándolos permeables a lo social.


“Fueron dos los acontecimientos que dispararon en mí una vocación política, que
radicalizaron mi pensamiento. En primer lugar, el hecho de haber formado parte de un
experimento educativo en la Fuerza Armada, conocido como el Plan Andrés Bello. Nos
hicieron exámenes muy rigurosos y, ya en la Academia, nos aplicaron un filtro.

Entramos 375 y nos graduamos 67. Hay un corte bastante profundo entre la vieja
escuela militar y la nueva, con un grupo de oficiales de primera línea, entre ellos el
director de la Academia, que es nuestro actual embajador en Canadá, el general Jorge
Osorio García. También, Pérez Arcay, Betancourt Infante, Pompeyo Torralba...

Ese grupo de oficiales se dio a la tarea de forjar aquel ensayo a conciencia. Incorporaron
también a profesores civiles y se preocuparon por darnos una formación humanista. Con
ellos estudiamos Metodología, Sociología, Economía, Historia Universal, Análisis,
Física, Química, Introducción al Derecho, Derecho Constitucional… El Consejo
Nacional de Universidades (CNU) exigía estudios superiores para avalar la licenciatura.

“El Plan Andrés Bello contribuyó enormemente a nuestra formación, aun cuando no
basta con él para entender lo que ha ocurrido en la FAN, ¿no? Hay otros muchos
factores, porque también han salido de ahí unos cuantos traidores. De mi promoción y
de las que vinieron después he recibido solidaridad y una compenetración mayor de las
que imaginaba. Sin dudas, los que se prestaron al golpe de abril de 2002 fuerongraduados anteriores a nosotros, especialmente de la promoción inmediatamente anterior, que ha sido la última línea de retaguardia de la oligarquía, el último arañazo del fascismo y del anticomunismo.

“El segundo acontecimiento, asociado a lo anterior, fue el descubrimiento de Bolívar.

Comencé a leer vorazmente de todo, pero en particular sus propios textos y los
materiales relacionados con su pensamiento y su biografía. Noche tras noche me iba
para las aulas a estudiar, después del toque de silencio, a las nueve. Nos permitían estar
allí hasta las 11 de la noche, y a veces me quedaba. En ocasiones me encontraron allí
dormido, encima de un pupitre y con un libro abierto. Recuerdo a un brigadier
colombiano, que hoy es general en su país, quien un día me encontró así y pensé que me
iba a castigar. Me dijo: “No, no, lo felicito, cadete, por su espíritu de superación.”

Del libro “Chávez nuestro”, de Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez
Graciela Baquero