De la liberalización arancelaria al comercio latinoamericano integrado

En su intervención en el Intal/ Lab del 21 de marzo, Daniel Godinho sostuvo que el comercio de bienes se encuentra razonablemente liberalizado en América Latina, pero no integrado.


El objetivo prioritario sería profundizar un acercamiento entre el MERCOSUR y México. En estos momentos, solo Uruguay tiene un acuerdo relevante de libre comercio con ese país. Sin embargo, cabe notar que hay negociaciones que están avanzando en la dirección de superar este gran “eslabón perdido” de los acuerdos comerciales entre los países latinoamericanos.

Un punto clave en esta aproximación está relacionado con las normas de origen de los acuerdos comerciales. Históricamente, el MERCOSUR adoptó una visión al respecto que ya no se adapta al consenso mundial en la materia ya que las reglas de este acuerdo son rígidas y no contribuyen a la competitividad en un mundo con fuertes tendencias a la deslocalización vertical de la producción. En esta línea, una convergencia comercial latinoamericana podría avanzar en normas que hagan que el comercio del bloque fluya. Recientemente, habría un impulso en esta dirección, por ejemplo, en las negociaciones entre Brasil y Uruguay en el sector automotor.

Adicionalmente, para avanzar en una mayor integración, otros temas fundamentales deben agregarse a los acuerdos suscriptos y a los que negocie el MERCOSUR:

Facilitación del comercio
VUCE (ventanilla única de comercio exterior)
Inversiones
Compras públicas
Servicios

 

Por su parte, Sandra Polónia Rios, habló sobre Las prioridades en el nuevo escenario global

Existe consenso en la percepción de que el MERCOSUR necesita ir hacia una nueva fase, con una agenda externa más proactiva. Sin embargo, la búsqueda por mayor inserción internacional que parece emprender el MERCOSUR encuentra un escenario externo más hostil, marcado por la desaceleración del crecimiento del comercio mundial y el aumento de la incertidumbre con relación a la evolución de los acuerdos mega regionales. Es importante tener claro que ese nuevo consenso a favor de una mayor inserción global enfrenta desafíos tanto de orden interno como externo. En el primer caso, la estructura de ventajas comparativas lleva a que los intereses ofensivos se concentren en productos con barreras proteccionistas en muchos mercados, mientras que los intereses defensivos apuntan a proteger el mercado interno para manufacturas y servicios de provisión local. Esta conjunción ha conducido tradicionalmente a trade–offs de efecto paralizante en negociaciones relevantes. El hecho de que el MERCOSUR tenga hoy en día uno de los más altos niveles de protección para productos industriales hace que involucrarse en uno de esos procesos posiblemente conlleve aperturas no-recíprocas. En el ámbito externo, se enfrenta ahora un escenario de gobernanza internacional más fragmentado y un recrudecimiento de la narrativa proteccionista y nacionalista.

Todas estas dificultades, sin embargo, no deberían obstaculizar el emprender una renovación de las negociaciones externas. Existe una agenda posible en esta dirección en la cual las prioridades abordarían aspectos o casos específicos. Por ejemplo:

Adherir a los Acuerdos plurilaterales de la OMC tales como el Acuerdo para la Tecnología de la Información (ITA, por su sigla en inglés), y el de Compras Públicas.


Concluir con éxito las negociaciones MERCOSUR-UE, una negociación de larga data que se ha reactivado recientemente.


Trabajar para crear un gran acuerdo de libre comercio en América Latina y el Caribe, utilizando como pivotes la Alianza del Pacífico y el MERCOSUR.
Negociar acuerdos de libre comercio con Canadá, Japón y Corea.


Profundizar los acuerdos parciales existentes con India y la Unión Aduanera del África Austral (SACU, por su sigla en inglés).

 

mercosurabc