Las PYMES en el escenario 2009

De cara a 2009, lejos de observarse actualmente un proceso de incremento de la rentabilidad de las PyME, estamos observando una desaceleración de la demanda interna y de las cantidades vendidas por estas empresas, lo cual afectará indefectiblemente los actuales niveles de rentabilidad empresaria, señala el informe de la Fundación Observatorio Pyme.


Un mayor apalancamiento financiero podría suplir esta desaceleración de la demanda, pero es bien sabido que al menos en el corto plazo esto es imposible en Argentina, tanto por la escasa dimensión del sistema financiero y mercado de capitales locales, como por la crítica coyuntura internacional.

Entre las PyME industriales el escenario para 2009 está dado por un incremento promedio del precio de sus productos que, a partir de mediciones de coyuntura del Observatorio, desde algunos trimestres se ha estabilizado alrededor del 25% interanual. En un contexto en el que gran parte de las empresas –especialmente aquellas más pequeñas – contempla una desaceleración en las cantidades vendidas será cada vez más difícil evitar la caída de las rentabilidad en relación a la facturación total.

Este esquema plantea la importancia crucial de sostener el nivel de actividad a través de las cantidades vendidas, principal fuente de la rentabilidad empresarial frente a la caída de los márgenes unitarios. En otros términos, lo que el empresario está dejando de ganar por efecto precio tiene que sostenerse, como ha ocurrido en los últimos tiempos, por efecto cantidad.

La discusión sobre la rentabilidad empresarial no es un tema menor. Frente a un sistema financiero
subdesarrollado como el argentino en el que el crédito al sector privado no financiero representa sólo el 12% del PBI, el sistema productivo debe recurrir a rentabilidades elevadas para el sostenimiento en el largo plazo de su nivel de actividad a través de nuevas inversiones en su mayoría autofinanciadas. La realidad de las PyME industriales en Argentina está dada por una estructura productiva dual y fragmentada que se ha profundizado en los últimos tiempos como producto de la falta de desarrollo del sistema financiero, homogeneizador por excelencia de las diferencias de productividad y rentabilidad.
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