Las locomotoras de la nueva gobernabilidad global

El otro precedente a la luz de la crisis global que se presenta con frecuencia, en relación con la del ´30, es el de los acuerdos de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, en Bretton Woods, de julio de 1944, señala Félix Peña en su trabajo.


Están en el origen del proceso que llevó, tras la Conferencia de La Habana, al surgimiento del GATT. Lo ideal, por cierto, sería que del actual G20 surjan acciones concertadas orientadas a renovar las actuales instituciones de cooperación internacional, adaptándolas a los desafíos del siglo XXI. Difícil es, sin embargo, que ello ocurra. Al menos en el corto y quizás también mediano plazo. La razón es simple. Bretton Woods fue posible porque estaba ya claro donde residía el poder mundial. Era la resultante de una guerra, que si bien aún no había concluido, ya generaba las condiciones de un liderazgo americano indisputable.

Nada similar existe hoy. Todo indica que las nuevas realidades del poder global tardarán en decantarse. Sólo entonces se podrá saber cuál es el número que se agrega a la letra G, a fin de calibrar un ámbito institucional global con suficiente masa crítica para traducir decisiones en hechos concretos. No será tarea fácil. Sólo se sabe que los números 2, 7 u 8 ya no son suficientes ¿Qué criterios se podrán utilizar para determinar cuáles son los países que sumados puedan generar suficientes recursos de poder como para asegurar que lo que decidan penetre en la realidad? Ello refleja un desafío de eficacia pero, en especial, de legitimidad.

En principio, dos tipos de países pueden reunir las condiciones para ser las locomotoras de una nueva gobernabilidad global: los muy grandes y los que tienen poder de arrastre en sus respectivos vecindarios. Los muy grandes se distinguen por indicadores actuales o potenciales, relacionados especialmente con su población, producto bruto, participación en el comercio mundial (son los monster countries en el sentido acuñado por George Kennan). EEUU, China, India, Rusia, son los principales ejemplos. Y los que tienen poder de arrastre, son especialmente aquellos que han demostrado condiciones de nuclear países vecinos en alianzas permanentes y sustentables. Normalmente reflejan liderazgos colectivos con un determinado grado de institucionalización en un espacio geográfico regional. Es el caso de los países europeos grandes que integran y lideran la Unión Europea. Puede haber otros casos de países que aspiran a liderar otras regiones. Pero no parecen reunir aún las condiciones que sí presentan, por ejemplo, Alemania, Francia y Gran Bretaña.

A la espera de condiciones para un eventual Bretton Woods II, en el plano del comercio mundial es recomendable seguir haciendo lo necesario para fortalecer la OMC. Implica concluir la Rueda Doha, incluso en una versión menos ambiciosa. Pero requiere, sobre todo, una agenda de trabajo que permita encarar urgentes y eficaces respuestas a los efectos de la crisis sobre el comercio y el desarrollo.
Félix Peña