La Rueda Doha tras la Cumbre del G20 ¿Será suficiente el oxígeno político recibido en Washington?

La conmoción que también en el plano político ha producido la profunda crisis financiera y económica global, estaría creando las condiciones para que se pueda avanzar en las negociaciones multilaterales de la OMC. La Cumbre del G20 en Washington, ha expresado la voluntad política de acordar este año las modalidades de las negociaciones a fin de concluir con la Rueda Doha. Los líderes políticos de los principales países del mundo, asumieron a su vez el compromiso de rechazar el proteccionismo que pueda ser una de las resultantes de la actual crisis financiera. Cabrá observar ahora cuáles serán los impactos de lo acordado en el G20 sobre la capacidad del Mercosur de articular posiciones negociadoras conjuntas y, en particular, sobre las relaciones comerciales Argentina/ Brasil. La propia Cumbre del Mercosur de Salvador de Bahía, que en diciembre se desarrollará bajo la presidencia pro-tempore del Brasil, será una ocasión para precisar el grado de articulación entre los socios, señala el profesor Félix Peña en su último trabajo.


Ya ocurrió antes. En 2001, una conmoción política – los atentados del 11-09 –abrió el camino al lanzamiento de la Rueda Doha. Parecería estar ocurriendo nuevamente. En efecto, la conmoción que también en el plano político ha producido la profunda crisis financiera y económica global, estaría creando las condiciones para que puedan completarse las negociaciones comerciales multilaterales en la Organización Mundial del Comercio.

Esta es una de las principales conclusiones que se pueden extraer de la Cumbre del G20 realizada entre el 14 y 15 de noviembre en Washington. Los líderes políticos allí reunidos fueron los de los países que representan aproximadamente un 85% del producto interno bruto mundial y un porcentaje equivalente del intercambio global de bienes y de servicios.

Si bien la reunión estuvo concentrada en las principales cuestiones que hacen al funcionamiento de los mercados financieros internacionales, también se analizaron los impactos en el comercio mundial. El que así lo hicieren fue en parte la resultante del liderazgo que el Presidente Lula ha venido ejerciendo en relación a la necesidad de concluir pronto la Rueda Doha.

Lo concreto es que la Cumbre del G20 ha expresado la voluntad política de acordar este año las modalidades negociadoras que permitan concluir luego con la Rueda Doha. Ella quedó plasmada en uno de los párrafos del comunicado final en el que se señaló que: “we shall strive to reach an agreement this year on modalities that leads to a successful conclusion to the WTO’s Doha Development Agenda with an ambitious and balanced outcome. We instruct our Trade Ministers to achieve this objective and stand ready to assist directly as necessary. We also agree that our countries have the largest stake in the global trading system and therefore each must make the positive contributions necessary to achieve such an outcome” (ver el texto completo del comunicado final del G20, fechado en Washington el 15 de noviembre, en www.whitehouse.gov/news/releases/2008/11/print/20081115-1.html).

Tal apoyo a la conclusión de la Rueda Doha, se formuló a continuación del compromiso asumido por los líderes políticos participantes, en el sentido de rechazar el proteccionismo que pueda ser una de las resultantes de la actual crisis financiera internacional. Al respecto los líderes políticos señalaron: “We underscore the critical importance of rejecting protectionism and not turning inward in times of financial uncertainty. In this regard, within the next 12 months, we will refrain from raising new barriers to investment or to trade in goods and services, imposing new export restrictions, or implementing WTO inconsistent measures to stimulate exports”.

Los compromisos asumidos han sido entonces claros. Tanto en relación al proteccionismo como a la conclusión de la Rueda Doha. Ambos objetivos han quedado vinculados. Brindan la base para continuar trabajando en Ginebra a fin de terminar con la definición de las modalidades. Ello no fue posible en la reunión de ministros que tuvo lugar en julio pasado. Por modalidades la OMC entiende, según su Glosario, las líneas generales (tales como fórmulas o enfoques para las reducciones arancelarias) de los compromisos definitivos.

Se esperaban al concluir este Newsletter los anuncios que formularía Pascal Lamy, el Director General de la OMC, sobre los pasos a dar, a fin de cumplir el mandato de Washington. En principio, se prevé una reunión ministerial a realizarse en el mes de diciembre. Lamy ha estado muy activo en las últimas semanas alertando sobre la profundidad de los efectos de la crisis en la economía mundial, sobre los riesgos del proteccionismo y sobre la necesidad de concluir la Rueda Doha. Ha puesto el acento en resaltar el papel del sistema jurídico de la OMC, como un escudo protector contra las tentaciones a la protección de los mercados y a introducir nuevas distorsiones al comercio mundial. Algunas de esas distorsiones podrían resultar de las medidas que los países adopten para apoyar a sus empresas en sectores con fuertes dificultades originadas en la actual crisis, tal como el automotriz.

En tal contexto, Pascal Lamy ha alertado sobre la gravedad de la actual crisis financiera internacional y su impacto en el comercio mundial, así como sobre la urgencia en concluir las actuales negociaciones comerciales multilaterales (ver al respecto los textos de las recientes conferencias de Pascal Lamy en Beijing (el 20 de octubre), Stanford (el 27 de octubre), Berkeley (el 29 de octubre), Ginebra (el 3 de noviembre) y Barcelona (el 17 de noviembre), en www.wto.org).

Cabrá observar ahora cuáles serán los impactos de lo acordado en el G20 sobre la capacidad del Mercosur de adoptar posiciones negociadoras conjuntas y, en particular, sobre las relaciones comerciales entre la Argentina y el Brasil.

La propia Cumbre del Mercosur a realizarse en diciembre en Salvador, Bahía, bajo la presidencia pro-tempore del Brasil, será una ocasión para precisar el grado de articulación que existe entre los socios con respecto, tanto a acordar las modalidades de las negociaciones en la Rueda Doha antes de fin de año – cabe recordar que en ocasión de la reunión ministerial de la OMC en julio pasado, la Argentina y el Brasil asumieron posiciones diferentes -, como a la restricción asumida en relación a la aplicación de medidas proteccionistas, que puede suponerse incluyen las relacionadas con el comercio intra-Mercosur (sobre la carencia de posiciones conjuntas en las negociaciones comerciales externas del Mercosur, ver la entrevista a Pascal Lamy en el diario Valor Econômico, de Sâo Paulo, del pasado 7 de noviembre. Ver también las notas de Assis Moreira, titulada “La G20 dá um novo fôlego à Rodada Doha” y de Sergio Leo, titulada “Problemas à vista com a Argentina”, en el diario Valor Econômico, de Sâo Paulo del 17 de noviembre).

Ninguno de los compromisos acordados en la Cumbre de Washington tiene efecto jurídico. Pero la gravedad del cuadro de situación existente en los mercados financieros, con sus ya notorias incidencias en la economía y el comercio mundial, permiten anticipar que ellos serán tomados en cuenta al menos por los países que participaron de la reunión del G20.

El que así sea, hace a la eficacia de un embrión de marco institucional internacional que aspira a reflejar la nueva realidad del poder mundial y que, por tal motivo, está llamado a desempeñar un papel significativo, al menos en los próximos meses.

De ello dependerá el formato que en el futuro pueda tener este mecanismo incipiente, en su función potencial de articular respuestas colectivas a graves problemas también colectivos. Los países que en él participan deben poder demostrar que reúnen suficiente masa crítica como para que sus iniciativas puedan penetrar en las realidades.

Argentina participó de la Cumbre de Washington por ser parte integrante del G20. Parece ser del interés nacional el que se pueda acreditar, en base a sus comportamientos concretos en relación a los compromisos asumidos en el plano del comercio mundial, que está en condiciones de tener un papel relevante en el impulso de las líneas de acción que surgieron de este primer encuentro al más alto nivel. Y, más aún, de aquellas que puedan acordarse en el futuro.


Texto completo en www.felixpena.com.ar



(*) Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank, y del Módulo Jean Monnet y del Núcleo Interdisciplinario de Estudios Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).

Félix Peña