Ventajas competitivas de los procesos de integración de América del Sur

La actual crisis en Ucrania y la necesidad de analizar los procesos de integración regional, revalorizados en el nuevo escenario internacional. Una agenda de ventajas competitivas para AS: medio ambiente, diversidad producción de alimentos, bienes inteligentes, convergencia cultural, un Atlántico Sur compartido. La necesidad de conformar una red de usinas de pensamiento internacional. El apoyo de organismos de financiamiento del desarrollo de AS. Una ALADI al servicio de la integración y el desarrollo como meta.


La guerra en Ucrania ha desatado tensiones e incertidumbres. Al momento de escribir estas notas ellas aún podrían acrecentarse. Sus implicancias futuras son difíciles de pronosticar. Pero ellas pueden imaginarse tan pronto tomamos en cuenta experiencias históricas, tales como las de las dos últimas guerras mundiales del siglo pasado.

Es otro signo de los tiempos. Tanto las tensiones actuales como los hechos que las generan, indicarían que estamos entrando en un nuevo ciclo en el orden internacional con efectos en el comercio mundial. Incluso podría significar entrar en un mundo anárquico. Un mundo de crisis, guerras y fracturas con efectos difíciles de prever en el comercio global.

Ello nos lleva a efectuar reflexiones orientadas a facilitar en nuestro país y en la región sudamericana, el diseño de una estrategia de inserción comercial internacional que sea eficaz. Es preciso tener en cuenta que en cualquier país hay, como mínimo, tres perspectivas a la hora de definir tal estrategia. Ellas son la nacional, la de la región geográfica a la que un país pertenece, y la global.

La primera es la propia perspectiva nacional. Es la que permite que un país pueda tener una inserción en los mercados mundiales acorde con lo que entiende que son sus intereses, prioridades y posibilidades. Ello supone tener un actualizado diagnóstico de lo que necesita y puede obtener de otros mercados, en bienes, servicios, tecnologías y financiamiento.. Y supone tener una organización adecuada, tanto a nivel empresario como gubernamental, a fin de poder incidir en la eficacia de las acciones orientadas a lograr objetivos que se privilegien para la inserción internacional del país.

En el plano del diagnóstico sobre el entorno internacional de un país, adquiere importancia la calidad de la inteligencia competitiva orientada a la acción -incluyendo las redes de conexiones con instituciones similares de otros países-, que posean los ámbitos de análisis e investigación sobre el entorno internacional disponibles en el propio país.

La segunda es la perspectiva regional. Se refiere al grado de conocimiento práctico, disponible en un país con respecto a los demás países de la región geográfica a la que pertenece. Es un conocimiento que implica calidad y precisión en el diagnóstico que un país posea sobre la propia región geográfica, incluyendo sus múltiples protagonistas que inciden en el comercio exterior, y en sus necesidades, preferencias, y posibilidades.

Y la tercera es la perspectiva global, esto es, el conocimiento de los factores y protagonistas que inciden en la capacidad del país de competir en los otros países y regiones del escenario global. Son muchos los países sobre los que se necesita tener hoy buena conexión e inteligencia competitiva. Y superan lo que un país sudamericano, especialmente los más pequeños pueden lograr por las suyas. Ello refuerza aún más la conveniencia de sumar esfuerzos especialmente con otros países de la propia región.

A título de ejemplo, se pueden mencionar algunas cuestiones que podrían ser parte de una agenda de ventajas competitivas comunes de los países de la región sudamericana. Ellas son: la protección del medio ambiente y las políticas referidas a los efectos del cambio climático; la diversidad de los recursos naturales y en particular los vinculados con la producción de alimentos y otros bienes inteligentes; la convergencia cultural producto del mestizaje que caracteriza a la región; y la pertenencia al Atlántico Sur compartida en gran medida con la región de África del Sur.

A la luz de la experiencia más reciente -la de la guerra en Ucrania-, una de las ventajas claras de un país sudamericano es la de no haber desarrollado armamentos nucleares. Esta ventaja de la región sudamericana -que también es común a toda América Latina-, tiene un alcance muy especial, tanto en el plano político como en el económico. En tal perspectiva corresponde valorar la experiencia resultante de la relación entre Argentina y Brasil a partir de la década del ochenta (al respecto conviene tener presente una de las reuniones realizadas en 1980 y que puede ser considerada como unos de los puntos de partida de los acuerdos logrados luego por los gobiernos de los Presidentes Alfonsín y Sarney.

Quizá ha llegado el momento de encarar en la región sudamericana el desarrollo de una red de usinas de pensamiento internacional orientado a la acción que incluya en su agenda las cuestiones antes mencionadas. Su objetivo principal sería el fortalecer la elaboración de eventuales agendas de trabajo conjunto que se encaren en el plano gubernamental, en el empresarial, en el cultural, y en el de la investigación y desarrollo.

En los últimos años los países sudamericanos, incluso en forma conjunta con otros países latinoamericanos, han desarrollado esfuerzos orientados a fortalecer su capacidad de acción comercial en el escenario internacional. Sus resultados, sin embargo, han sido inferiores en cuanto a su eficacia y sostenibilidad, a los obtenidos por otras regiones.

Una red como la sugerida, que además cuente con el apoyo y la participación activa de organismos de financiamiento del desarrollo que operan en la región sudamericana, permitiría incluso extraer todo el potencial que podría resultar de una ALADI entendida como un instrumento del comercio internacional, la integración y el desarrollo de los países sudamericanos, con un simultáneo esfuerzo conjunto con otros países de la región de América Latina y el Caribe. Además el RIAL (Consejo Latinoamericano de Relaciones Internacionales) también podría cumplir un papel eficaz al respecto.

Por lo demás, cabe tener en cuenta que es posible también que según sea cómo evolucione la actual crisis manifestada en Ucrania, se acreciente la valoración, tanto por razones económicas como políticas, de los procesos regionales de integración. El impacto en la Unión Europea, por ejemplo, podría ser eventualmente fuerte. El gobierno de Ucrania ya ha manifestado su interés en acelerar su incorporación a ese proceso precisamente originado en la experiencia acumulada tras la Segunda Guerra Mundial. Recordemos que los planteos originados en 1950, entre otros por Jean Monnet, Robert Schumann y Konrad Adenauer, se basaron en la necesidad de evitar la reproducción de un cuadro de factores que habían conducido a las dos Guerras Mundiales del siglo pasado.

La actual crisis en Ucrania ha fortalecido, por lo tanto, la necesidad de analizar los procesos de integración como los que se desarrollan actualmente en América del Sur y en América Latina, especialmente en el ámbito del Mercosur, con un enfoque amplio que incluya por cierto todos los factores que inciden en el comercio y el desarrollo económico, pero que trasciendan al plano del fortalecimiento de las condiciones para el predominio de la paz y la estabilidad política en la región en su conjunto.

Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group.

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Félix Peña