Protagonismo en la renovada gobernanza económica global

En el caso actual del Mercosur, los socios no podrán pasar mucho tiempo más sin definir una estrategia eficaz de acciones concertadas en el plano global multilateral, el interregional y en el de la propia región. Los avances en estos tres frentes externos, dependerán de los que puedan producirse en la propia agenda de “la metamorfosis del Mercosur”.


Reconstruir el orden global es una tarea recurrente, al menos considerando períodos largos de la historia, sostiene Félix Peña (*) en su Newsletter mensual de Marzo 2015. Desplazamientos tectónicos en el poder mundial lo hacen necesario. Adam Tozze en su reciente libro “The Deluge” (ver la Sección de Lecturas Recomendadas de este Newsletter), examina un momento histórico particular de transición en el orden mundial, por su dureza y sus consecuencias posteriores, que es el de los años 1916 a 1931. Su análisis adquiere una marcada validez en la actualidad, considerando que a partir de 1989 y, en especial, tras los acontecimientos acumulados entre los años 2001 y 2008, cabe considerar que se ha entrado en otro período de transición hacia un nuevo orden internacional, cuyas características y duración es aún difícil de precisar.

El actual período, sin embargo, parece ser el del fin de un ciclo histórico muy largo, con raíces de larga data y que fuera evolucionando por etapas, desde la iniciada con la Paz de Westfalia y pasando luego por la  del Concierto Europeo, las dos guerras mundiales, la Guerra Fría y la Post-Guerra Fría.

Cada una de estas etapas ha reflejado cambios en las relaciones de poder entre las naciones y se ha traducido en diferentes formas de asegurar por un tiempo una cierta gobernanza global, con sus propias pautas, reglas de juego e instituciones. Los puntos de inflexión se han caracterizado más por el predominio de la fuerza que de la razón.

Un elemento común en la evolución de tales etapas han sido las dificultades que han tenido los principales protagonistas –países, gobiernos, actores económicos y ciudadanías- para captar todos los alcances de las respectivas transiciones y percibir en toda su dimensión las fuerzas profundas que estaban detrás de los acontecimientos más visibles. 

Lo antes señalado se observa con nitidez en tres planos en los que interactúan en la actualidad las acciones orientadas a construir nuevas pautas, instituciones y reglas para la gobernanza económica internacional. Tales planos son el global multilateral, (ver al respecto este Newsletter mensual de febrero 2015, en: http://www.felixpena.com.ar/index.php?contenido=negociaciones&neagno=informes/2015-02-20-anos-de-omc), el inter-regional -que se expresa en la institucionalización de la vinculación económica y comercial entre regiones relevantes del mundo-, y el regional -o sea el de las diferentes y a veces superpuestas regiones geográficas que se distinguen en el escenario internacional-. Este último aparece hoy como el más relevante.

Los hechos cargados de futuros que se evidencian en los tres planos, requieren atención especial en el necesario y constante ejercicio de inteligencia competitiva que tienen hoy que desarrollar, países y empresas que intentan navegar con éxito este período de transición hacia un nuevo orden mundial y una nueva gobernanza económica internacional. La experiencia histórica indica que son momentos que siempre producen ganadores y perdedores, por lo general, a través de procesos muy graduales, esto es, de “cámara lenta”. En el período entre la Gran Guerra y el fin de la Segunda Guerra Mundial, varios de los protagonistas más relevantes no pudieron anticipar los resultados que la transición produciría en su lugar en el mundo. No se visualizaron como perdedores.

La calidad de la organización que un país tenga para seguir y entender las tendencias profundas que muchas veces están detrás de tales hechos cargados de futuro, es hoy un factor clave para una estrategia de inserción internacional que aspire a ser eficaz (ver las consideraciones efectuadas en este Newsletter del mes de enero 2015, en: http://www.felixpena.com.ar/index.php?contenido=negociaciones&neagno=informes/2015-01-gestion-incidencia-comercio-exterior).

Pero cuando varios países pertenecientes a una misma región se han asociado para lograr objetivos comunes que trascienden al plano estrictamente económico, el compartir el análisis de las tendencias profundas que están operando en un momento histórico determinado en los tres planos antes mencionados, adquiere una importancia relevante. Es el caso actual del Mercosur.

Cabe tener presente al respecto uno de los más recientes diagnósticos efectuados sobre la situación del Mercosur. Lo efectuó el Canciller Rodolfo Nin Novoa, al asumir su cargo en el nuevo gobierno del Uruguay. Entre otras cosas señaló: “somos conscientes que en las últimas décadas los contextos que enmarcan la discusión acerca de las estrategias de inserción internacional de los estados nacionales han variado dramáticamente. Los avances incontenibles de la globalización se asocian con un visible rebalance de poder mundial en que la zona Asia–Pacifico y en particular China se convierten en el gran factor dinamizador. Mientras los países desarrollados  afrontan desafíos muchas veces inéditos, los nuevos países emergentes  comienzan, más allá de sus avatares, a marcar presencia en el nuevo “orden” o desorden internacional. Con los escenarios multilaterales en entredicho, los procesos de integración interpelados y un nuevo marco de rediscusión de reglas y pautas del comercio y de las finanzas internacionales, la gobernanza mundial proyecta incertidumbres tan radicales como exigentes”.

Agregó que “en ese marco a nuestro juicio los procesos de integración en América Latina no han alcanzado el desarrollo esperado y exigen sinceramientos impostergables para poder estar a la altura de los desafíos del contexto internacional actual. Los términos de la polémica real apuntan a como procesar la inserción internacional de un país pequeño como Uruguay desde las restricciones y de las oportunidades de los nuevos contextos. Somos integracionistas desde siempre. Desde esa misma convicción queremos un Mercosur que se sincere. Que deje atrás la retórica vacía, que apueste a las concreciones y no a los discursos que luego no se cumplen. Queremos un Mercosur que se plantee objetivos y acuerdos viables, que si es necesario ajuste sus objetivos a las posibilidades actuales y que tenga una agenda externa activa que rompa con el encierro”.

Y concluyó esta parte de su exposición señalando: “Todo con la región nada contra la región. Pero desde la exigencia de los sinceramientos a los que nos obliga  el actual contexto regional e internacional. Para un país como Uruguay y de cara al futuro cercano, resulta necesario promover la facilitación de acuerdos regionales en serio con proyecciones abarcativas. El mundo va para ese lado y no podemos quedar afuera de los grandes flujos comerciales….Nuestros países pueden combinar la atención de sus intereses nacionales con estrategias reales de concertaciones regionales para el desarrollo integrado. Juntos podemos disputar mejor una inserción internacional competitiva y menos vulnerable en un mundo tan imprevisible y exigente. Pero si no queremos o no podemos ir todos juntos, hagámoslo los que sí queremos hacerlo”.

Además de otras cuestiones prioritarias en la agenda del Mercosur, que se requerirá abordar si la idea compartida fuera la de superar su actual estado de relativa anomia, los socios no podrían pasar mucho tiempo más sin definir una estrategia eficaz de acciones concertadas en el plano global multilateral, el interregional y en el de la propia región.

Entre otras prioritarias, tal estrategia debería comprender las acciones concertadas en el frente de la OMC, en el de las negociaciones de acuerdos interregionales –incluso con respecto a aquellos en las que no participen- y en el de la región más inmediata en la cual se inserta el Mercosur, sea ella la del Sur Americano o la de Latinoamérica en su conjunto.

                En el frente de la OMC se ha abierto nuevamente la expectativa de retomar y eventualmente concluir la Rueda Doha (ver al respecto lo planteado por el Director General, Roberto de Azevedo, en sus palabras al Consejo General el pasado 20 de febrero, en https://www.wto.org/spanish/news_s/news15_s/gc_rpt_20feb15_s.htm).      

Es esta una expectativa que puede nutrirse del hecho que no se han podido confirmar los pronósticos más optimistas con respecto a los avances que podrían lograrse este año en dos de las más relevantes negociaciones comerciales interregionales, en particular la del Trans-Atlantic Trade and Investment Partnership (TTIP), pero en cierta forma también en la del Trans-Pacific Partnership (TPP). Si bien los países del Mercosur no participan en tales negociaciones, las del TPP en particular requieren especial atención por el hecho que en ellas participan países de la región con corrientes de comercio e inversión significativas, en especial con Brasil y Argentina.

En este plano cabe tener presente, además, el hecho que países relevantes en el comercio internacional de alimentos, tal el caso de Australia, siguen adelante con su estrategia de concertar acuerdos comerciales preferenciales. El más reciente fue concluido con China (ver  http://www.austrade.gov.au/export/free-trade-agreements/chafta  y http://fta.mofcom.gov.cn/enarticle/enrelease/201411/19036_1.html) país que, cabe recordar, en su momento le planteara al Mercosur la idea de encarar un estudio de factibilidad de un acuerdo de libre comercio (http://www.felixpena.com.ar/index.php?contenido=negociaciones&neagno=informes/2012-07-futuro-mercosur-tras-cumbre-de-mendoza).

Hasta el presente los países del Mercosur no habrían respondido. ¿Puede considerarse ésta como otra de las cuestiones pendientes en su agenda de inserción internacional? y ¿no habrá llegado el momento de dar una respuesta inteligente a tal propuesta? Bien analizados, los acuerdos ASEAN-China pueden ser al respecto un antecedente valioso (ver http://fta.mofcom.gov.cn/topic/chinaasean.shtml).

Y finalmente en el frente regional latinoamericano –como así también en el sudamericano- la cuestión planteada en su momento por el gobierno de Chile, en el sentido de encarar una estrategia de “convergencia en la diversidad”, requerirá en los próximos tiempos de definiciones operativas a fin de ir traduciéndola en hechos concretos, especialmente en el ámbito más amplio y flexible de la ALADI.

Obvio que los avances en las agendas correspondientes a estos tres frentes externos, dependerán en gran medida de los que puedan producirse en la propia agenda de lo que hemos denominado la metamorfosis del Mercosur.  

 

 

Texto completo en www.felixpena.com.ar

(*) Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC;  Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales - Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group.

 

Félix Peña