Pieza Plástica

Luego de agotar entradas en el Festival Internacional de Dramaturgia Europa + América, y de su temporada en el Centro Cultural Konex, regresa desde el viernes 14 de octubre todos los viernes y los sábados a las 20.


Pieza Plástica de Marius Von Mayenburg

Dirección: Luciano Cáceres

Con Joaquín Berthold, Brenda Gandini, Shumi Gauto,

Santiago Magariños y Julián Calvino

 

Situaciones de pareja y familiares desquiciantes presentadas a través de escenas exageradas de conflictos y peleas. Clase media, responsabilidad, moral, explotación, consumo, arte, frustración sexual, neurosis y comedia. Pieza plástica contiene todo lo necesario de una obra de teatro contemporánea.

 

Ficha técnico artística

Autoría: Marius von Mayenburg

Traducción: Pola Iriarte

Actúan: Joaquin Berthold, Brenda Gandini, Shumi Gauto, Santiago Magariños, Julian Calviño

Dirección: Luciano Cáceres

Diseño de vestuario: Julieta Harca, Ana Chispy Leiva
Diseño de escenografía: Agustin Garbellotto
Diseño de luces: Gonzalo Córdova
Asistencia de escenario: Matías Teres , Leandro Saa
Asistencia de dirección: Verónica Nicolai
Producción ejecutiva: María Vélez
Asistente de producción: María Luz Nicolai

Valor entradas: $110

Día popular: $90 (viernes)

 

Funciones viernes y sábados 20hs.

Centro Cultural San Martín, Sala Muiño.

Sarmiento 1551 - CABA

 

Este espectáculo fue coproducido por EUNIC, el Goethe-Institut, Ciudad Cultural Konex y Festival Internacional de Dramaturgia Europa + América.

 

Correas, la voluntad de vivir

Últimas Funciones de la obra del autor Bernardo Carey, con la dirección general de Daniel Marcove y  la actuación de Raúl Rizzo, María Zubiri y Daniel Toppino.

La pieza trata de los últimos días de la vida del filósofo y narrador argentino CARLOS CORREAS.

 

Teatro del Pueblo, Av. Roque Sáenz Peña 943

Viernes 21 hs.

"Correas, la voluntad de vivir"

“Correas, la voluntad de vivir” según palabras de Bernardo Carey:

Tragedia o comedia.
Carlos Correas fue profesor de filosofía, traductor y narrador maldito. Se suicidó con furia a los 70 años, a fines de 2000.

Fue homosexual y heterosexual. Se creía un hombre trágico. Se asumía como tal y su suicidio parece confirmarlo.

El resto del mundo, nosotros, éramos unos simples comediantes.

Tenía la certidumbre de que la tragedia era superior a la comedia.

Correas, entonces, debía subirse a un pedestal y permanecer ahí, a merced de  los otros. Y de nosotros.

 

Fragmentos de Críticas y Opinión:

Luis Mazas. Revista Veintitrés

Correas fue de los primeros en desarrollar, en la ficción argentina, la tensión homosexual, en una obra impregnada por sus admirados Kant, Hegel, Marx, Kafka y Sartre. Y aun por Borges y Arlt.

Teatralmente, Correas… tiene peso propio y un atractivo bizarro, sórdido y marginal emparentado con los desesperados de Arlt o Barón Biza. Daniel Marcove sume a Correas en la acción orgánica de una puesta en escena tan delicada como vigorosa, mesurada y sensible, libre de estereotipos. Visualiza la mórbida atmósfera alucinada de Correas y con ella envuelve a Raúl Rizzo para que rinda su mejor labor de experimentado intérprete, como el desesperado nihilista existencial que se veía como el único trágico en un mundo de comediantes. Acompañan los logrados aportes de María Zubiri y Daniel Toppino a este Correas… que pone en valor el poliedro de una personalidad subyugante y brutal, que atrapa al espectador aun si no conociera a esa extraña criatura que debemos rescatar del olvido.

 Osvaldo Quiroga. Periodista, conductor de “La otra Trama”. TV PUBLICA

Serie de Twitters en @osvaldo_quiroga

 Logrados trabajos interpretativos de Raúl Rizo, María Zubiri y Daniel Toppino, en "Correas, la voluntad de vivir", de Bernardo Carey.

Con muy buena dirección de Daniel Marcove. En el Teatro del Pueblo, viernes 21 h. sábados, a las 19. Excelentes actuaciones.

Quizá Carlos Correa no sabía cómo vivir. Y un día se mató. Así de simple. Gran trabajo de Raúl Rizzo, en el Teatro del Pueblo.

"Correas, la voluntad de vivir", de Carey, habla de un hombre que no sabía cómo vivir. Pero sabía pensar.

No todos los seres humanos saben cómo vivir en esta selva. Me parece que Carlos Correas no sabía cómo hacerlo. Muy buena obra de Carey.

Y los que no saben cómo vivir tienen igual que tener espacios en este mundo para vivir de la mejor manera posible.

Pensamientos que vienen después de ver "Correas, la voluntad de vivir", en el Teatro del Pueblo.

Daniel Marcove dirige cada vez mejor. Siempre tuvo talento, pero ahora está accediendo a cierta sabiduría.

 

Catalina Dlugi. El PortaldeCatalina

La obra de Bernardo Carey es un testimonio de la vida y el legado de Carlos Correa, profesor de filosofía, traductor y escritor maldito. Pero va mucho más allá: es un hombre, en su condición humana,  que enfrenta su vida con las convicciones intactas, que decide tocar fondo, hacerle frente a sus recuerdos, entregarse a una última ilusión amorosa que lo llevara en una trágica poesía a encontrar la muerte.

Por qué si? Porque Daniel Marcove con un texto atravesado por el dolor y la amargura, supo poner aliento poético a la puesta, como un juego de tragedia y comedia que acentúa las intenciones del texto pero que a la vez lo envuelve en una atmosfera de ensueño donde los más sórdido se vuelve oscuramente encantador pero igual de profundo.  Porque Raúl Rizzo realiza una conmovedora entrega a un personaje que hasta el último aliento es un hombre que no se dará por vencido ni aún ante la muerte. Lo acompañan  María Zubiri que le otorga a su criatura la belleza siniestra de un ángel exterminador. Y Daniel Toppino el recuerdo implacable de un pasado, el testigo por momentos cruel y también amoroso. Porque es imposible no emocionarse.

 Carlos Abeijón (Jurado PREMIOS ACE) 
sobre “Correas la voluntad de vivir".Para Recomendar. MUY BUENO: "Vida, pasión y muerte del torturado por el sexo y el sentido de la existencia, Carlos Correas, profesor de filosofía y escritor maldito. Una semblanza cruda y movilizante de un hombre fuera de su tiempo, con un alma atormentada y cuestionamientos morales y sociales. El dramaturgo Bernardo Carey logra una dramaturgia vibrante, que el talentoso teatrista Daniel Marcove resuelve con interesantes recursos escénicos y logra un óptimo rendimiento del elenco. El protagonista de esta historia lacerante es el dúctil Raúl Rizzo, que logra conmover con una entrega emocional única".

 Héctor Puyo. TELAM

Hay una poesía muy oscura en ese texto de Carey -autor de hitos como "Discepolín y yo" y "Manzi, la vida en orsai"-, que el director Marcove maneja con tino y equilibrio,  pautando la aridez de esos espíritus con un humor muy cercano al sarcasmo. Rizzo pone todos sus recursos en juego para exhibir la vulnerabilidad de su Correas, sus cambios de carácter y su propia sorpresa ante ellos, su debilidad ante el juicio y el manejo de los otros, en tanto Zubiri y Toppino encaran con verosimilitud sus tortuosas criaturas.

 Perla Zayas. ¨Página Web GOEN”. Investigadora

Carey siembre ha elegido un enfoque de la historia desde la visión de los márgenes, desde la perspectiva de los perdedores o con la presencia protagónica de los que habitualmente no  son visibles.  En este caso, es la voz de un marginal/marginado/auto marginado la que remite a los años 50 que tiene por interlocutora a una prostituta, mientras es acosado por la aparición del hombre quien  fuera  una de sus parejas. Su sustento intelectual son los viejos libros arrumbados, fuentes heterogéneas de su pensamiento en el que conviven Niestzche, Kant y Foucault; sus modelos femeninos, las fotos emblemáticas de Eva Perón y la de Audrey Hepburn:  de la actriz que como la mujer  luchaba por la justicia social, a la actriz que encarnaba a “la princesa que quería vivir”.

Raúl Rizzo compone a un atormentado por Correas, atravesado por dudas y certezas, y  ambivalencias;  trabaja con la voz y con el cuerpo   de un modo tan afinado que es capaz de recorrer con versatilidad  un amplio arco que va  del grito al susurro, de la violencia a la indefensión, al tiempo que su trabajo con los objetos determina que sean apreciados por el espectador  desde la unidimensional del signo  (la máquina de escribir, el teléfono, los libros) o desde la multidimensional del símbolo (fotos de  Eva y de  Audrey, papeles personales).

María Zubiri como Johana y  Daniel  Toppino como Pablo, trasmiten con justeza la energía propia de los seres que saben lo que son y lo asumen sin dudas, funcionando así como una contracara y por momentos, complementos del protagonista; asimismo contribuyen a diseñar de modo dinámico un espacio que metaforiza la situación de clausura y aislamiento del protagonista. La puesta en escena, a partir de los fragmentos de vida que le ofrece el texto, logra crear un mundo completo tanto por los objetos afectados por el deterioro, la representación por momentos trágica, por momentos lúdica de lo que imagina, o  evoca el protagonista.

 Laura Haimovichi. Periodista, escritora.

Más de diez años le llevó al dramaturgo Bernardo Carey (coautor de Manzi, la vida en orsai) escribir y poder terminar la obra "Correas, la voluntad de vivir" sobre su amigo Carlos Correas. Y es que no debe ser sencillo, más bien bastante complejo, adentrarse en la vida de alguien querido para convertirla en una obra de teatro. Sobre todo, si se trata de una figura maldita, como la de este profesor de filosofía, traductor y narrador, el primero en la literatura argentina en tematizar la homosexualidad.

"Fue homosexual y heterosexual. Se creía un hombre trágico. Se asumía como tal y su suicidio parece confirmarlo", dice el programa de mano de la obra dirigida por Daniel Marcove con las conmovedoras actuaciones de Raúl Rizzo (Correas), María Zubiri (Johanna, una prostituta) y Daniel Toppino (Pablo) que vi anoche en el Teatro del Pueblo. Una puesta que juega con los fantasmas y fragmentos de la memoria, diálogos ásperos y hondos, y pequeñas coreografías que ayudan a aliviar la angustia.

 Alberto Catena. Periodista. Revista Digital Cabal

El texto, bordado en una atmósfera de pensamiento irreal vecino al ensueño en el protagonista, se columpia entre lo sórdido y lo poético, entre la tragedia y la comedia, acaso leal a aquella idea de Correas de que la vida era una tragedia actuada por comediantes. Carey comenzó la escritura de libro teatral a fines de 2005 y le fue haciendo correcciones sucesivas hasta llegar a su versión definitiva en  2010, material que luego, entre él y el director Daniel Marcove fueron retocando para dar a la transcripción escénica una armadura más sintética y teatral. Pero hay toda una línea de puesta que se mantiene adherida con escrupulosidad a aquella idea rectora de oscilar entre dos franjas contrastantes y que nunca se inclina hacia el desborde ni en las indicaciones de la dirección ni en los trabajos actorales, que son tres: el de Raúl Rizzo, uno de los mejores de su carrera, y los de María Zubiri como Johanna y Daniel Toppino como el recuerdo de una ex pareja de Correas, que se lucen en sus intervenciones, en especial ella. El marco escenográfico sigue con bastante exactitud las indicaciones del libro y refleja un estado de virtual abandono del protagonista, de rechazo por las convenciones de una existencia ordenada, actitud que transmite en buena medida esa rebeldía deliberada y consecuente de Correas y un desapego por lo material que finalmente se redondeó en esa decisión postrera de renunciar a la vida.   

 Jorge Quiroga. Director de la Revista Literaria Escritos Mochos

Los tres actores se mueven en el espacio y desarrollan tres facetas de un vértigo de acontecimientos, regulares e inhóspitos. Correas  interpretado por Rizzo con una perfección angustiante, se desliza, camina y descamina y logra  una identificación sorpresiva, sin haberlo conocido personalmente, la semejanza impresiona, el rol es logradísimo.

La   prostituta,   lo acompaña, lo elude, no lo entiende, pero en algún momento hay como una fusión, que sobrepasa la rutina diaria, están allí, juntos, en esa unión inexplicable.

El tercer personaje Juancito Pablo quiere hacerlo volver a otros tiempos, aunque todo es ahora distinto, y pertenece a un pasado que Correas niega, como un camino sin salida.

La Obra lee y recrea en su puesta escénica, el apasionante texto de Bernardo Carey. El Director y  su elenco, reencuentran a Correas en su fin.

 Rafael Granado ( Periodista FM Radio Ciudad La 2x4)

El reconocido dramaturgo Bernardo Carey (para los tangueros les recuerdo sus obras de teatro "Discépolo y yo" y "Manzi, la vida en orsai") tomó a esta figura de perfil tan dramático y armó una historia intensa, en la que Correas muestra su costado conflictivo, sus angustias, sus explosivas vivencias…Con este material, Daniel Marcove, un muy buen actor que hace rato se convirtió en un sólido director teatral, construyó una interesante puesta, en la que caben pasajes demoledores, ironías amargas y reflexiones impiadosas… Personificando al protagonista, Raúl Rizzo cumple una labor destacada, transmitiendo la soledad interior, la amargura, la rabia y las duras convicciones de Correas.

 

 Javier Fernández. Novelista y editor de la obra teatral de Bernado Carey.

( Palabras dirigidas al Autor)

Bernardo, Me fascinó la obra. Mucho. La adaptación que hizo Marcove del  texto es sutil y muy lograda. Me conmovió mucho. Es un orgullo para mí haber editado tu libro.

 Daniel Klappembach. Cineasta y documentalista.

( Palabras dirigidas al Autor Bernardo Carey)

Muy loco ver escenificado el departamento minúsculo de Pasteur. Eso me gustó, el clima de encierro, las elipsis que no se explican y no se sabe cuánto tiempo pasó. Es un buen recurso porque ahí se va cargando la angustia: ¿hace cuánto está el tipo encerrado? Después, te va a parecer extraño, pero en el principio él reflexiona sobre la borrachera y sus dos caras, la noche y el despertar posterior. Y no sé por qué sentí ahí un eco del Moreira de Favio que al morir se lamenta por "morir con este sol", y otra vez ver las dos caras. Y una combinación que está buena es la de la angustia del personaje y el humor que aparece de a latigazos. Como si en el derrape no se olvidara de hacer un chiste.

 

mercosurabc