La historia de la Iniciativa china de la Franja y la Ruta

La actual Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) que toma su nombre de la antigua ruta de la seda, tiene como uno de sus principales objetivos locales profundizar el proyecto de Go west iniciado durante el gobierno de Jiang Zemin.


Dicha política tenía como meta alcanzar el desarrollo del oeste de China emulando los logros del proceso de Reforma y Apertura en el este. Así como China en la década del 80 aprovechó una apertura al mundo con llegada de inversiones y del comercio internacional de cara mar de China meridional y al océano pacífico, la apuesta del proyecto de la IFR comenzó proyectando nuevas rutas terrestres hacia Europa en el oeste y para eso consideró como prioridad mejorar la conectividad entre los países asiáticos.

Semejante proyecto resulta imposible sin pensar en la importancia de pacificar y desarrollar Asia Central (Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkestán, Kazajstán en los primeros pasos e Irán, Afganistán y los países del Cáucaso posteriormente). Por esa razón no es para nada casual que lo que hoy denominamos como IFR fue presentado ante el mundo por Xi Jinping en 2013 en territorio kazajo.

El proyecto de la IFR en sus primeros años incluyó entre sus propuestas desarrollar corredores terrestres que incluían la integración de infraestructura y servicios energéticos con Pakistán, Mongolia, Rusia, la península Indochina, los países de Asia Central, Bangladesh, India y Myanmar. Además, en el proyecto original se incluían un par de rutas marítimas que implicaban la inversión en infraestructura portuaria con varios de estos países. Rápidamente el objetivo de integración asiático superó sus barreras continentales.

En marzo de 2015 el gobierno chino presentó un documento en el que formalizó las iniciativas terrestres y marítimas de la nueva ruta de la seda en las cuales se reconocía el alcance de los proyectos a Asia, África y Europa. De los 14 países fronterizos con China solo Bután y Corea del Norte no forman parte de la IFR. A la propuesta se sumaron incluso países con conflictos históricos y territoriales como Corea del Sur o Filipinas. Países como Australia o Israel aliados geopolíticamente con Estados Unidos también integran la IFR, aunque las tensiones resurgen permanentemente. Las dimensiones del proyecto se multiplicaron en escalas incluyendo proyectos que excedían a las rutas terrestres y marítimas establecidas.

En la última década China ha avanzado en sus inversiones en el continente europeo. Los países que más recibieron inversión extranjera directa fueron Reino Unido, Francia y Alemania. Y, tal como señala el sinólogo español Xulio Ríos: “Las economías débiles de la UE encontraron en China el socio ideal para salvar una industria local en dificultades” (Ríos, 2018). En algunos años recientes la inversión extranjera directa de origen chino llegó a superar a la de Estados Unidos.

La IFR evolucionó a pasos acelerados y sus objetivos se fueron integrando en otros más amplios y lejanos geográficamente. Comenzó buscando el desarrollo económico de las provincias occidentales y superar conflictos de integración locales (en el Tibet o Xinjiang). Su desarrollo implicó la aceleración de la articulación económica y en proyectos de infraestructura con Asia Central que le permitieron acortar distancias con Europa. Posteriormente también la relación con América Latina sustentada en el abastecimiento de materias primas dio saltos cualitativos a nuevas áreas y proyectos que van desde la ampliación del Canal de Panamá hasta una base de exploración espacial en Neuquén. En mayo de 2017 Xi Jinping evidenció lo que ya era una realidad cuando declaró que la IFR tenía una extensión natural en América Latina.

Rápidamente la Iniciativa de la Franja y la Ruta dejó de ser exclusivamente una propuesta institucional del gobierno chino a sus vecinos para transformarse en un concepto global sobre el cual se engloban las inversiones de China en todo el mundo. Si bien la IFR tiene sus instituciones e implica la firma de memorándums entre países el proyecto impulsado desde China empezó a estar asociado a las iniciativas de los capitales chinos en los distintos continentes.

Un ejemplo de las dimensiones de este proyecto se hizo evidente el 14 y 15 de mayo de 2017 en el Foro de la Franja y la Ruta llevado adelante en Beijing. De ese encuentro participaron 28 Jefes de Estado, 1.200 delegados de 130 países y las máximas autoridades del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización de Naciones Unidas y el Foro Económico Mundial. También con el correr de los años además de crecer en magnitud el concepto de la IFR comenzó a vincularse con diversas áreas puntuales de desarrollo.

En 2015 se creó el Fondo de la Ruta de la Seda Verde para el cuidado del ambiente, las empresas de comunicación adoptaron la idea de una nueva ruta de la seda de la información, con los proyectos de conectividad de última generación o la instalación de cables de fibra óptica transoceánicos se empezó a hablar de una ruta de la seda digital y se empezó a denominar como parte de una ruta de la seda espacial a los proyectos de cooperación en la investigación en esa área.

La propuesta de suscribir el Memorandum para que Argentina se sume a la IFR fue presentada por China en marzo de 2018. Pocos días después el gobierno argentino presidido por Mauricio Macri contraería el endeudamiento más grande de la historia del Fondo Monetario Internacional (FMI) como parte de un apoyo político de la administración Trump. Durante el gobierno de Macri la propuesta china no encontraría una respuesta.

Luego de casi cuatro años Argentina logró hace pocos días presentar un principio de acuerdo con el FMI y el actual presidente argentino había anunciado su viaje a Rusia y China con antelación. El presidente Alberto Fernández finalmente aprobó hoy la incorporación de la Argentina a la Franja y la Ruta de la Seda. El entendimiento se oficializó durante la reunión bilateral que Fernández mantuvo con su par Xi Jinping en la madrugada de este domingo en el Gran Palacio del Pueblo.

Con su incorporación Argentina se suma a los 140 países que ya están adheridos a la IFR en todo el mundo y a los 19 países de América Latina y el Caribe que lo hicieron desde 2017. Los sucesivos gobiernos de Estados Unidos y Canadá han caracterizado a la IFR como una amenaza para el poder norteamericano mientras que países como México, Brasil y Colombia son algunos de los principales países de la región que aún no han firmado.

Con la firma del Memorandum Argentina se transforma en el país más grande del continente americano por sus dimensiones geográficas y por su cantidad de habitantes en suscribir a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. A partir de este acuerdo el gobierno argentino anunció concretar inversiones y obras por un total de 23 mil millones de dólares. La Ruta China, Lucas Villasenin.

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