El último objetivo de la integración productiva y política industrial

El objetivo último de la integración productiva y política industrial tiene más que ver con lograr sociedades justas que con el desarrollo industrial, expresó el Director Nacional del Ministerio de Industria, Energía y Minería del Uruguay, coordinador del Grupo de Integración Productiva del Mercosur en un seminario convocado por el CEFIR, en Montevideo.


En ese sentido, resaltó en su ponencia en las “Segundas Jornadas Internacionales. Prospectiva de la Integración Regional en América Latina”, quisiera remarcar el tema de los tiempos de la integración. Creo necesariamente que la integración requiere una autoconciencia histórica de nuestros pueblos y en ese sentido todas las líneas de trabajo que habían mencionado, van a tener que ver con una mirada 20 años
para adelante y 20 años para atrás desde la constitución del Mercosur. Y quisiera hacer una
referencia a los últimos 200 años, desde el quiebre de la unidad Hispanoamericana, para saber
donde estamos parados hoy, porque estos procesos son de largo aliento necesariamente, y
llevamos mucho tiempo.

No quiero ser condescendiente en el sentido que creo que las críticas al Mercosur están a la orden
del día, y no necesariamente vinculando los aspectos críticos y del punto de vista económico, legal,
político, cultural, tiene sin duda para armar distintas síntesis.

Pero entiendo necesario proyectar esa crítica desde el punto de vista de los tiempos históricos. El
Mercosur tiene 20 y poquitos años de conformación y los estados que miran a la integración desde
un punto de vista económico, pero también desde un punto de vista político, social y cultural, esto
es los estados que tienen una visión del desarrollo integral a través de políticas productivas, de
ciencia y de tecnología han llevado a la región sobre todo, en un periodo de los últimos 10 años.

Entonces sí seamos críticos, pero reconocemos que los procesos de integración son de largo
aliento y aquellas regiones en el mundo que los han logrado, les ha llevado un plazo bastante más
largo. Tal vez el ejemplo de estado continental industrial más antiguo sea el de China que es una
expresión cultural de una identidad que tiene más de 4 mil años, y de ahí para atrás.

En ese escenario nosotros decimos que existen al menos 4 tendencias importantes que vinculan
el tema de la política industrial y la integración productiva con el objetivo último que esta tiene:
que está lejos de ser el intercambio comercial únicamente, el intercambio sobre todo de negocios
y empresas transnacionales únicamente, que tiene sobre todo su razón de ser en política social
y sobre todo de justicia social. La matriz productiva es uno de los determinantes importantes de
los actuales niveles de desigualdad que sufre la región. En ese sentido voy a colocar, al menos,
los temas que tengan que ver con la integración productiva y política industrial con ese objetivo
último. Dicho de forma muy simplificada, el objetivo último de la política industrial tiene poco que
ver con el desarrollo de la industria, tiene mucho más que ver con el desarrollo de sociedades más
justas.

En ese escenario, algunas líneas estratégicas, 20 años para adelante que se mencionaban, tienen
que ver conque insertarse en el mundo significa cada vez más formar parte de cadenas de valor,
de forma total o parcial. Los países que logran hacer esa convergencia desde el punto de vista
tecnológico, deben necesariamente estar insertos en cadenas globales de valor. El que pierde
esa carrera, es el país que pierde soberanía. Ese es otro de los temas en los cuales la integración
tiene un rol fundamental para jugar. La integración es ante todo un espacio factico en el cual se
logran niveles crecientes de soberanía, y la soberanía tiene también que ver con un componente
tecnológico importante.

De ahí también, y dando una mirada histórica de 20 o 10 años atrás, lo que vemos es la definición
de estados que intervienen desde el punto de vista de la definición de política industrial en la
lógica de lograr un proceso de diversificación económica tienen 10 o 15 años. Los gobiernos que
llegan a la región y plantean este tema como un tema medular de la integración, son gobiernos
que están recientemente llegando a la región, y son gobiernos que están definiendo, tanto a
nivel de Brasil con su Plan Brasil Mayor, su plan de desarrollo productivo, su plan de conformación
de los consejos de competitividad como en el nivel de Argentina con su política industrial del
Bicentenario. Una mirada que va mas allá de la concepción neoinstitucionalista y mercantilista de
la integración , y es un proceso de muy corto aliento.

Entonces sí, las criticas sí, las que nos permiten mirar para adelante, pero también reconocer que
la confluencia de un proceso de integración que a nivel del Mercosur tiene 20 y poquitos años más
gobiernos que entienden que en ese espacio hay algo más que intercambiar mercancías, tiene
todavía menos tiempo histórico.

En ese escenario decimos también que otro de los ejes fundamentales que hacen a la relevancia
que esta América del Sur busque su camino para unirse, tiene que ver con la emergencia de los
nuevos estados continentales industriales. Estamos hablando de Brasil, Rusia, India y China. Hay
acá un quiebre desde un sistema unipolar a un sistema multipolar, pero que podríamos bien
caracterizar hoy, como un sistema a-polar. ¿Quién es hoy, desde el punto de vista de los Estados-
Nación el sistema de referencia? Alguno de estos cuatro, Estados Unidos, alguno más? No lo
sabemos, estamos en una etapa de transición de un sistema a otro.

En ese escenario los estados-nación chicos, como Uruguay o Paraguay, tienen mucho que perder
si no comprenden que la geopolítica es ante todo la primera misión que tiene el ser humano de
inserción en su geografía y en sus niveles de integración. Nosotros decimos que no podemos
abrazar este mundo ni ser sociedades más justas si no entendemos que es a través de la región
por la cual se va a plasmar una integración de otro tipo. Pero de nuevo vayamos a la historia
reciente: ¿Cuánto tiempo lleva la instalación de estos temas en la agenda política?, ¿cuánto
tiempo lleva la instalación de gobiernos que entienden que este es el camino para integrarse
mejor y en la forma más justa, en las cadenas globales de valor?

En ese sentido, hay un tema de ciencia y tecnología; sabemos que la sociedad del conocimiento
a través de las TIC’s, la electrónica, la biotecnología, corta a todos los sectores productivos y en
definitiva crea los temas de desigualdad.

Hoy en Uruguay creo que es un reflejo de lo que ocurre en el resto de Latinoamérica, nos
enfrentamos a que la diferencia que se obtiene desde el punto de vista de las remuneraciones
de los trabajares más calificados versus los menos calificados, aumenta cada día más, y eso es
educación.

La escasez que existe hoy de recursos humanos calificados provoca desigualdad, también vía
asignación de recursos en los sistemas productivos, porque éstos demandan personas cada vez
mas calificadas. Los que se quedan acá en esa polarización son aquellas que perciben menos
ingresos y eso impacta directamente en la desigualdad.

Finalmente lo que el Mercosur, Unasur y CELAC tienen en renta estratégico y geopolítico: la
demanda por los recursos alimentos, energía, minerales, es una demanda que llegó para quedarse
a tasas cada vez más altas.

Nuestros países los de la Cuenca del Plata, tienen recursos en abundancia. Esos son los recursos
que van a ser demandados a tasas crecientes en los próximos años, por estos nuevos Estados
continentales. Acá surgen algunas luces y sombras también.

Sin mencionar la importancia de la primarización, ahí hay un rol fuerte a jugar a nivel de la
política industrial, cómo combatimos estructuras que en su 75% de las exportaciones son sojas,
celulosa, lácteos y cerdo. De nuevo, los países han entendido que el mercado no asigna recursos
hacia la conformación de ventajas comparativas dinámicas hacia la industria y a los servicios no
tradicionales.

En ese escenario de luces y sombras uno puede confundirse, marearse, ver en esa teoría los
espejos de Uruguay, Paraguay, Brasil, Argentina y Venezuela tienen mucho por crecer por delante,
porque la demanda de alimentos, únicamente en la tasa urbana china proyectada al 2020 va a
aumentar el 7%, podemos perfectamente volver a inicios del siglo 20 y hasta mediados del siglo 20
ser proveedores de alimentos del mundo y eso nos va a permitir crecer.

Si bien la demanda de alimentos de estos nuevos estados y estas nuevas clases medias aumenta a
tasa del 7%, yo quisiera saber y contrastarlo con cuanto aumenta a la demanda por los otros bienes
que esa otra clase media está llamada a consumir: bienes duraderos, salud, educación, bienes
tecnológicos, vivienda. En todos los casos de las proyecciones, esa demanda de esa China de clase
media, es superior al 7%, eso quiere decir que los países que estén mejor posicionados desde el
punto de vista de las cadenas de valor para ofertar esos productos, van a ser países que van
a crecer a tasas más altas. No confundir. Es importante ser proveedores de alimentos, pero no
entrar en la falsa dicotomía: “eso es lo que tenemos que hacer porque es lo que hemos sabido
hacer durante los últimos 200 años”.

Existe un triangulo de sectores tomado en forma muy macro en los cuales los países tienen
mucho que hacer: alimentos y, sin duda, agroindustria, servicios tradicionales y no tradicionales.
La matriz que se conforma desde el punto de vista productivo y su impacto en el tejido social corre
el riesgo de ser concentradora de ingresos en la critica que Marx hacía: “corremos el riesgo de
que los procesos concentradores del ingreso que promueven el sistema capitalista y su núcleo,
se vuelvan eternos y las políticas sociales mitigadoras de ese efecto concentracional también se
vuelvan eternas”.

No podemos combatir la desigualdad únicamente a través de políticas sociales, culturales e
inclusivas. Eso es necesario por supuesto. Pero debemos comprender que hay un origen tan
importante en la desigualdad que se sitúa en el sistema productivo y eso requiere lo que nosotros
denominamos el sector 3: la industria automotriz, naval, biotecnológica, audiovisual, electrónica,
farmacéutica, cultural. Esas son tan importantes como las agroindustrias y como los servicios pero
requieren de intervenciones precisas para que sean desarrolladas. El mercado no va a pedirnos
a nuestros países que sean proveedores ni productores de esos servicios y de bienes, porque ya
existe más de 200 o 700 años de trayectoria de otros países en el norte como proveedores de esos
bienes.

En ese escenario, nosotros decimos: “miremos al Mercosur desde esa lógica más 20 años lo que se viene para adelante en este nuevo mundo”.





* Director Nacional del Ministerio de Industria, Energía y Minería del Uruguay, coordinador del Grupo de Integración Productiva del Mercosur.
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