El aislamiento atlántico de Brasil

El multilateralismo brasileño, en particular como parte de Mercosur, ha limitado al ámbito regional los Acuerdos de Libre Comercio (ALCs) y los preferenciales; mientras en el área internacional –y aún en el propio espacio mercosureño- solo mantiene relaciones con Israel, Egipto, India, la Unión Aduanera del África Meridional (SACU) y Guyana. Fenómeno denominado por algunos como “aislamiento atlántico”.


Bárbara Neves and Milagro Mengana  22/05/2017  0  Américas, Ásia

 

El pasado día 9 se realizó en el Hotel Tívoli Mofarrej el Fórum y Rueda de Negocios de Cooperación Industrial Brasil-Corea promovido por el Ministerio de Comercio, Industria y Energía de Corea y la División Comercial del Consulado General de la República de Corea. El objetivo del encuentro constituyó la realización de un espacio para avanzar en posibles acuerdos comerciales y el fomento ­­­­­­­­­de la cooperación bilateral de la industria entre ambos países.

Durante el evento se presentaron las perspectivas para la cooperación, destacando la participación de la Associação Brasileira da Infraestrutura e Indústrias de Base (Abdib), el Korea Institute for International Economic Policy (KIEP) y la Faculdade Getúlio Vargas (FGV). Sin embargo, los discursos se enfocaron hacia la implementación del Acuerdo de Comercio Corea-Brasil en el marco de las negociaciones iniciadas con el Mercado Común del Sur (Mercosur) en marzo de 2017.

Durante el encuentro se destacó reiteradamente la importancia de la ampliación de las relaciones brasileñas para el fomento del comercio nacional, debido al consenso de los participantes sobre la inserción tardía del Brasil en el nuevo paradigma tecnológico – centrado en las tecnologías de la información-, así como en el proceso de internacionalización de las cadenas productivas. De igual manera, fue destacado que el multilateralismo brasileño, en particular como parte de Mercosur, ha limitado al ámbito regional los Acuerdos de Libre Comercio (ALCs) y los preferenciales; mientras en el área internacional –y aún en el propio espacio mercosureño- solo mantiene relaciones con Israel, Egipto, India, la Unión Aduanera del África Meridional (SACU) y Guyana. Fenómeno denominado por algunos como “aislamiento atlántico”.

En el contexto descrito, la economía brasileña experimentó una desaceleración progresiva llegando al estancamiento en 2014. Sucesivamente en 2015, las previsiones respecto a la variación del Producto Interno Bruto (PIB) descendieron de un 0.1% (CEPAL, 2015: p.1) a una variación real de -3.5% (CEPALSTAC: 2016). En el ámbito político, el impeachment de la presidenta Dilma Rousseff, la asunción de Michel Temer el 31 de agosto de 2016 y las investigaciones de la operación Lava Jato crearon un clima de incerteza en los inversores foráneos.

Brasil requiere de nuevas alianzas como soporte a su crecimiento, como también precisa ampliar la lista de productos de alto valor agregado y con mayor competitividad en el mercado internacional. Sobre ello, es importante señalar la exclusión brasileña del Sistema de Preferencias Generalizadas1 y la prevalencia china como socio comercial del país y regional, al cual Brasil exporta mayoritariamente commodities. A estos y a los anteriores desafíos señalados, Vera Thorstensen, de la FGV, durante su presentación agregó además la preocupación por el atraso del país respecto a los actuales padrones de acuerdos y en las necesarias mudanzas de infraestructura. En esta área, como una de las dificultades para el comercio nacional, requiere significativas inversiones con largos plazos de retorno, y consecuentemente de un contexto estable política y económicamente para asegurar confianza a los inversionistas.

Desde 2001 existe un esfuerzo por la ampliación de las infraestructuras brasileñas, tanto por iniciativas nacionales como por la creación de la Iniciativa de la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) en el mismo año. Sin embargo, la constancia en las inversiones en esa área ha sido afectada por la volátil estabilidad política y económica, tanto brasileña como regional, cuestión base para ese tipo de área de desarrollo. Así, desde el año 2013, con la caída de las inversiones por el Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico e Social (BNDES), el gobierno chino ha ganado espacio en las inversiones en infraestructura.

De ese modo, en el Fórum se destacó la importancia de Corea como socio económico y financiero para Brasil debido a las oportunidades de inversión de este, a partir de las empresas privadas, en la infraestructura brasileña y con mayor eficiencia de la estructura física del país. Brasil es un mercado potencial y atractivo debido a su tamaño, población, recursos y ofrece –de acuerdo a invitados del encuentro- una posibilidad de constituir puente comercial para empresas coreanas y sus exportaciones al resto de América Latina. Entretanto, Corea representa estas posibilidades para el país sudamericano en la región asiática.

Sin embargo, las expectativas comerciales presentadas reflejaron el ya criticado proceso de re-primarización brasileña. Las exportaciones brasileñas –de acuerdo a las informaciones expuestas en el evento- hacia el país asiático se componen por un 66% de bienes primarios, un 28.7% de bienes intermediarios y un 4.8% de los de consumo; por el contrario, las importaciones provenientes de Corea se constituyen por un 72% de bienes intermediarios, un 19% de bienes capitales y un 9% de bienes de consumo. Por otra parte, el análisis de los productos con potencial comercial entre ambos países reproduce las tendencias de comercio existentes, debido al enfoque de los presentadores coreanos sobre la importación de bienes primarios desde Brasil; aunque la expectativa brasileña se dirige además a la atracción de inversiones coreanas en la producción de tecnología en el territorio nacional.

En este ámbito, a pesar de las oportunidades ofrecidas por el período actual para ambas economías durante las negociaciones del Acuerdo de Comercio Corea-Brasil (Mercosur) – de reciente iniciación-, la cautela debe signar la posición de este último en pos de una inserción más favorable en las dinámicas de la globalización y la reducción de la vulnerabilidad externa.

 

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